Mostrando entradas con la etiqueta Sociedad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sociedad. Mostrar todas las entradas

miércoles, 17 de abril de 2013

La teletienda



(Imaginemos una rubia despampanante con  minifalda y escote de infarto agudo de miocardio, junto a un presentador maduro pero delgado, alto y apuesto, que peina canas y se exhibe más elegante que George Clooney en un anuncio de Nespresso. Ambos lucen sonrisas de oreja a oreja y van turnando sus entusiastas comentarios, al tiempo que se proyectan imágenes fijas y móviles del producto; asimismo se intercalan filmaciones de personas anónimas mientras leen el periódico, ven los telediarios u observan situaciones de alto dramatismo, como por ejemplo que se incendia su propia casa, siempre con expresión sonriente rayana en la estupidez más extrema, también inconcebibles testimonios de individuos con aspecto entre zombie y extraterrestre).

ZYTE, DE FELIZYTEITOR
La pulsera electromagnética que le proporcionará el equilibrio y la felicidad



¿Han deseado ustedes alguna vez conseguir la flema británica, la relajación oriental y el meninfotisme[1] valenciano? Seguro que la respuesta es sí.

Pues aquí tenemos el placer de presentarles el producto definitivo para conseguir el estado ideal de cualquier persona: ZYTE, de FELIZYTEITOR, una pulsera electromagnética de última generación, diseñada por ingenieros de la NASA y fabricada en Nueva Zelanda con la tecnología más avanzada a partir de rodio, tolueno, polvo de cuerno de rinoceronte blanco de Zimbabue y esencia de horchata de chufa con denominación de origen Alboraya, acabada en un lujoso baño dorado de 24 quilates.

Impulsada por la energía que le suministra una nano-batería incrustada en su armazón, auto-recargable a través de un generador catalotermoiónico que no habrá de sustituir jamás, el ZYTE de FELIZYTEITOR le procurará eterna felicidad y completa ausencia de malestares y desasosiegos, sin importar cuáles sean su edad, sexo, raza, estado civil y tampoco sus circunstancias personales y profesionales.

ZYTE, de FELIZYTEITOR, emite unas ondas invisibles e intangibles que envuelven su cuerpo e invaden sus sentidos con un aura especial, eliminando de raíz los sentimientos negativos y reforzando su actitud positiva ante sí mismo, los demás y la sociedad.

¿Discusiones familiares, con vecinos, compañeros del trabajo? ¿Su pareja le engaña, el jefe le fastidia, explota y minusvalora, su vecino le tortura aporreando un piano a deshoras? ¿Se le estropeó el coche y tiene que desplazarse en bicicleta, se suicidó su mascota, siente una permanente insatisfacción sexual, se le inundó el sótano? ¿Dejó de fumar y tiene un humor de perros, los niños se vuelven rebeldes y le dan al botellón, le diagnostican una enfermedad incurable, un camión atropelló a su bisabuela? ¡Tonterías! Todo eso le parecerán auténticas nimiedades una vez acomode en su muñeca la pulsera ZYTE de FELIZYTEITOR. El asombroso poder narcotizante del tolueno disipará todas esas contrariedades y volverá usted a ser la persona feliz a la que todo el mundo adora.

¡Tampoco se inquiete ya nunca más por incómodos temas políticos! Con ZYTE, de FELIZYTEITOR, le garantizamos que olvidará cualquier polémica sobre estafas electorales, corrupción, malversaciones de fondos, sobornos, tráfico de influencias, robo de dinero público, evasión de capitales y fraude fiscal. ¿Y por qué no mencionar los salvajes recortes de los gobiernos en educación, sanidad e investigación? Ninguno de ellos  volverá a ser su problema, porque el polvo de cuerno de rinoceronte blanco de Zimbabue que contiene esta extraordinaria joya se ha comprobado científicamente que neutraliza en un 97,5% de los casos ese tipo de inútiles preocupaciones.

¿Y qué me dice usted de los quebraderos de cabeza que a veces suscitan esos superficiales inconvenientes económicos que a todos nos incordian y molestan tanto? Esa vivienda que no puede comprar, ese préstamo que no puede pagar, ese trabajo que no encuentra tras años en el paro, la subida de las facturas de la luz, el agua, el gas, los incrementos de precios de los transportes, de la gasolina, de las matrículas universitarias, los desproporcionados aumentos de impuestos y tasas en general para pagar el rescate bancario, las obras megalómanas y los aeropuertos sin aviones, la eliminación de los subsidios y las ayudas, la congelación y suspensión de nóminas, etc. ¡Hágase un favor y olvide ya todo eso! Deje de pensar en negativo y concéntrese en la marcha de la Liga y de la Champions, del Mundial de Fórmula I, en el desarrollo de la nueva temporada de Gran Hermano-24 horas, siga los mejores culebrones y reality shows… Porque además de sus maravillosos efectos, testados por laboratorios suizos del mayor prestigio, si usted adquiere ahora una pulsera ZYTE de FELIZYTEITOR  ¡le regalamos la suscripción por un mes a Canal Imaplus Digital!

¿Qué le parece esta oferta? ¿Increíble, no? Pues eso no es todo: si es usted una de los tres primeros millones de personas en reservar este fantástico artículo le regalaremos, en DVD o Blu Ray, los mejores conciertos de Isabel Pantoja y dos discos en alta definición de los partidos que dieron a La Roja los Campeonatos Mundial y Europeo de fútbol, con entrevistas a sus protagonistas. Además, si usted es empleado público o funcionario y nos lo acredita, añadiremos a estos fabulosos regalos la colección completa de los discursos navideños del Rey.

La exclusiva pulsera ZYTE, de FELIZYTEITOR, está valorada en 950 euros, pero el Gobierno, velando por el bienestar y satisfacción del pueblo, desea que ningún español sin excepción se vea forzado a prescindir de las admirables propiedades de este excelente producto. Es por eso que ha subvencionado su compra y el precio final, impuestos y gastos de envío incluidos, es nada menos que de   ¡15 EUROS por pulsera!

¡No deje pasar esta oportunidad!

ZYTE de FELIZYTEITOR, no es cuestión de pensarlo más, adquiérala ya por solo 15 euros la unidad,  llamando al 806-555555 (3 euros/minuto)


¡ ZYTE DE FELIZYTEITOR !

Y DIGA ADIÓS A SUS PROBLEMAS

Rechace imitaciones

No es necesario que consulte a su farmacéutico




[1] Meninfotisme es la forma valenciana de dar a entender la actitud indiferente y sadomasoquista de una persona ante cualquier cuestión, aunque ésta le afecte gravemente. Es una característica propia de gran parte del  pueblo valenciano.


viernes, 12 de abril de 2013

Querida Eva




Como cada día a esas horas, la linda anciana extrae del bolsillo el amarillento papel. Después de desplegarlo se lo tiende a Rubén, que lo toma entre sus viejas y torpes manos y se queda mirando medio pasmado.

-  Lee, mi amor —propone Eva con dulzura.

Rubén se coloca temblorosamente las gafas que cuelgan de su arrugado cuello y comienza a balbucear, sin medida ni entonación alguna, el texto allí caligrafiado:

Perdona querida Eva,
Si alguna vez olvido decirte
Que eres el sol de mis días,
La luna de mis noches,
La única estrella en mi firmamento.

Perdona querida Eva,
Si alguna vez olvido decirte
Que por ti brillan mis ojos,
Que por ti vivo y respiro,
Que estás en todos mis sueños.

Perdona querida Eva
Si alguna vez olvido tu nombre,
Si no te conozco,
Si niego mi vida entera,
Si a nuestros hijos no recuerdo.

Perdona querida Eva
Estos cursis y tristes versos
Que me gustaría leer a tu lado
Cada mañana mientras pueda,
Cada tarde mientras me muero.

Y perdona finalmente querida Eva
Que no sepa agradecerte
Tus infinitos desvelos
Tu santísima paciencia,
Tus cariñosos y sinceros besos.

Rubén se quita las gafas, esboza una sonrisa hueca y deposita sobre la mesa camilla el manuscrito que él mismo escribió aquel día que le diagnosticaron la terrible enfermedad. Eva se levanta, le besa, le acaricia las mejillas con sus cálidas manos y dice como siempre, con entregada ternura:

- Hoy lo has hecho muy bien, cariño. Te quiero.


miércoles, 10 de abril de 2013

Sentada en el suelo junto a la lavadora




En un rincón de la cocina, sentada en el suelo junto a la lavadora, la mujer llora silenciosamente. Mientras, frente a ella, los pétreos ojos del cadáver de un criminal no dejan de apuntar a su cara. Es la última tortura. Su querido hijo dictaminó y ejecutó la sentencia del caso que los tribunales habían decidido rechazar. El juez, por fin, fue juzgado y condenado.


martes, 9 de abril de 2013

Nostalgia de los perdedores




Se entrenaban para estar muertos cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo de su condenada existencia. Aunque unos fuesen arrancados de las tetas de la madre para aprovechar la ternura de sus carnes, la mayoría eran esmeradamente adiestrados en las artes más prosaicas: comer, beber, copular, dormir…

Nunca conocieron la libertad, ni falta que les hizo. Los expertos aseguraban que constituían una de las especies más inteligentes, lo cual no evitó que poderosas religiones entrasen en juego para prohibir primero su comercio, su crianza después.

 ¡ Y pensar que a mí me gustaban hasta sus andares !


lunes, 8 de abril de 2013

Metafísica y mortadela




Paco, Juan y Manolo son unos jóvenes que, a falta de otra cosa, trabajan en la reparación de unas obras de la vieja-nueva línea del Metro, ésa cuyos fondos se acabaron porque los superhéroes que iban a salvar la patria de la ruina prefirieron gastar el dinero de los ciudadanos en carreras de Ferraris, parques zoológicos ruinosos, Palacios de la Ópera con goteras, aeropuertos sin aviones y demenciales proyectos urbanísticos mega-faraónicos que nunca se materializarán.

Es la hora del almuerzo y los chavales sacan sus bocatas y unos botes de las mochilas. Para ellos, ese rato es el más agradable del día, porque les permite charlar abiertamente de lo que realmente les interesa.

-Escuchad, mientras tiraba el hormigón me estaba preguntando ¿Qué es peor, el sufrimiento eterno o la nada? ¿Vosotros qué opináis?

-Hombre Manolo, dice Paco desenvolviendo el bocadillo, yo siempre he sido de la opinión de que la "nada" en su esencia básica sería peor infierno que el sufrimiento y dolor eterno planteado en la Biblia como "El Infierno". La Nada es la negación absoluta de Dios en todo su esplendor. Si Dios implica alguna forma de existencia aunque ésta no sea más que "Dolor", sería desechado con la idea de la "Nada". La Nada es la inexistencia absoluta, es algo que aterrorizaría al mismo Satanás.

-Perdona, Manolo –indica Juan tras dar un sorbo de cerveza- pero creo que la pregunta que planteas sólo puede responderse desde la fe y la religión y no desde los parámetros de la filosofía. La idea de infierno no tiene cabida en la filosofía y la definición de la nada como “inexistencia absoluta” es la propia del pensamiento judío y cristiano, que la entiende como lo absolutamente opuesto a Dios, que es la perfección absoluta. Si el Universo surgió o no surgió de la Nada (entiéndase la Nada como Absoluta) es una cuestión que no podremos saber jamás. Podremos postular una u otra solución, pero jamás llegaremos a saberlo.

-Yo, dice Manolo después de engullir un bocado de pan relleno de mortadela, si tengo que elegir entre el sufrimiento eterno y la nada, creo que me quedo con la nada. Total, el Universo tiene 13.700 millones de años, y sólo durante unos 90 ó 100 millones de ellos (una cantidad, por tanto, despreciable) estamos vivos. En realidad hemos estado ya una eternidad no-vivos. ¿Por qué temer, pues, a la "nada", si llevamos 13.700 millones de años de "nada"? Lo que es una excepción es que estemos vivos. La vida, como ha señalado alguna vez Jesús Mosterín, es una excepción.

-Y no olvidemos, conviene Juan, que la nada es la garantía de la libertad, según Sartre. La libertad, esa condena-privilegio del hombre que a tantos aterroriza, hasta el punto de desear renunciar a su misma condición humana.

-Bueno, dice Paco, en realidad tampoco sabemos si la muerte es límite de algo. Hemos de suponer que sí. Pero esa suposición parte de la propia vida que, por definición es lo contrapuesto a la muerte. Así que de la misma forma que me puedes decir que de la vida deducimos que la muerte es el límite, también te puedo decir que de la muerte deducimos que la muerte no lo es.

-La cuestión no es si hay algo después o no, la cuestión es el hecho mismo del vivir en contraposición a lo que supondríamos que es el no vivir aún siendo una incertidumbre, y sólo existe una reafirmación desde la propia vida. Reafirmar algo es volver a afirmar en oposición a algo, pero esa oposición no se refiere a una realidad concreta, explica Juan.

-Sí, sí, pero la nada es algo impensable, sostiene Paco mirando de reojo al capataz que se acerca. Siempre que pensamos en la "nada" no podemos evitar pensar en algo, por lo que se contradice su esencia. No puede haber "nada" porque si "hay" nada, entonces algo está habiendo, y si está habiendo ese algo no puede ser nada. En cambio, la nada puede ser. Aunque si la nada es, ninguna otra cosa puede ser, porque si algo más es, entonces algo existe, mas no nada. Y mientras la nada existe, no puede haber otra cosa, porque si algo hay, no hay la nada.

-Buenoh, señoritoh, avé si acabamoh con lah pamplinah esah rapiditoh, que paíce que va’lloveh y aún endemos d’apreparar el mortero pa la rampa.

Los jóvenes se incorporan y vuelven al tajo sin rechistar. Las cosas no están para tonterías.


Este post participa en la IV Edición del Carnaval de Humanidades  alojado por Kurt Friedrich Gödel en su blog Literatura es aprehender la realidad.


El espanto




Noname es un cazador de la tribu surruque que, lejos de su poblado, explora la ribera del Tomoka en persecución de un ciervo. Aunque su pueblo es agricultor, los hombres también practican la caza y la pesca. El rastreador se mueve con precaución entre los árboles, ha divisado a su presa tras unos pinos. De repente se escuchan fuertes voces al otro lado del río, una bandada de pájaros azules levanta el vuelo, el ciervo huye. Bordeando el cauce caminan tres individuos de pajiza tez, con largas y canas barbas como las de un chamán, insólitos ropajes, cabezas y pies cubiertos por extrañas piezas de piel. Se comunican en una lengua ininteligible mientras sostienen unas láminas amarillentas que consultan repetidamente. Es la primera vez que un nativo norteamericano avista y oye a un extranjero y ese nativo está aterrorizado. Intenta contener su respiración y si bien el corazón quiere escapar de su pecho y el cerebro le pide salir corriendo, permanece petrificado detrás de unos altos helechos rezando a sus dioses. Cuando los desconocidos han pasado de largo, Noname recupera el resuello e intuye que a partir de entonces su vida, la de su pueblo y la de sus descendientes ya nunca volverá a ser la misma. Desafortunadamente, el indígena acierta.

Notas:
Tomoka significa “Agua fresca” en lengua aborigen.

En Abril de 1513 el vallisoletano Juan Ponce de León (1460-1521) explora la costa noreste del actual estado de Florida, territorio en el que vivían más de 50 tribus diferentes. Es la primera incursión europea –documentada- en lo que hoy en día son los Estados Unidos de Norteamérica.


domingo, 7 de abril de 2013

De arriba abajo y viceversa




Ese tipo que no cesa de recorrer Central Station de arriba abajo y viceversa es uno más de los millones de despojados por la Gran Depresión. Nieto y bisnieto de esclavos, siempre tuvo una ocupación segura en las ahora abandonadas plantaciones de tabaco de Virginia, desde donde llegó con su familia buscando la oportunidad de sobrevivir. Sin embargo, New York es una ciudad canalla: no hay trabajo y menos para negros palurdos y analfabetos, abundan los timadores callejeros y una vida no vale un centavo.

El primer día, una pequeña banda de desarrapados ya le persuadió a base de hematomas que no era buena idea lustrar los botines de los blancos. Ahora, a cambio de una misérrima propina, el hombre intenta ayudar con sus equipajes a los viajeros que cada minuto arroja el ferrocarril a la Gran Manzana. Ya conoce de memoria los horarios y sabe qué convoyes pueden resultar más rentables; con eso y todo el producto de su larga jornada es ridículo y no alcanza siquiera para alimentar decentemente a su esposa e hijos.

Ese tipo que no cesa de recorrer Central Station de arriba abajo y viceversa no puede dejar de pensar si no valdría más volver a ser un esclavo, si no sería preferible estar muerto.


sábado, 6 de abril de 2013

Siete de enero




¡Huy, que raro! Tengo la sensación de estar regurgitando unos villancicos. ¡Y ahora un puñado de anuncios de colonia! Vaya malestar, las náuseas me están provocando unas terribles arcadas. Me acerco al baño y abro el inodoro. Mi alma comienza a expeler un pequeño abeto artificial con sus bolas y guirnaldas de colores, un montón de felicitaciones en las que se incluyen personas que apenas conozco, unos niños trajeados torturando mis tímpanos con su interminable cantinela de números a los que no he apostado, el circo de mi ciudad con su carpa, troupe y bestias adiestradas, los leds decorativos y alfombras rojas de decenas de calles y comercios, un pesebre completo con su asno y su buey, el discurso vacuo e inoportuno de un asesino de elefantes, una exagerada cena con la familia, todos los turrones, mazapanes y polvorones que casualmente caducan el próximo mes de Octubre, un gordinflón de barba blanca que vestido con un ridículo traje encarnado fue importado de otras latitudes por puros intereses económicos, los amables pero falsos deseos de famosos y famosillos desde la caja tonta, varios brindis como celebración absurda de un simple cambio de fechas, la insufrible programación televisiva del nuevo día, más comilonas con la familia, tres tipos disfrazados a lomos de otros tantos camellos y tal vez lo peor: la eufórica y disparatada ansia de comprar y regalar objetos, futura basura, algunos de los cuales tal vez no interesen a nadie...

       Creo que por fin he terminado. Acabo de vomitar la Navidad y me queda el regusto amargo de la desesperanza, de la cruda realidad en la que seguiremos luchando por sobrevivir a estos ineptos gobernantes y a sus políticas antipersona. De momento y por si las moscas, me voy a las Rebajas. Ojalá no pille otro empacho.


El Blues del perro pastor




El rebaño contempló alucinado al chucho cuando éste, indignado por la brutalidad con que el amo sometía a sus animales, les propuso huir juntos antes del amanecer, mientras aquél dormía en un risco cercano. Pero los corderos, faltos de criterio e ignorantes de su trágico futuro, acabaron dándose la vuelta para continuar masticando la hierba fresca.


sábado, 23 de marzo de 2013

Sábado en el parque




El anciano obsequió al joven con un ‘Buenas tardes’ sentándose a su lado en el soleado banco, no sin antes colocar un folleto de propaganda entre la madera y sus glúteos, a modo de aislante. Al adolescente le impresionó el venerable aspecto de aquel hombre, cuya edad calculó sobrepasaría los setenta y cinco años; el hecho de que luciera un impecable traje con corbata oscura y se ayudara de un bastón, atrajo también su interés.


En un momento dado, mientras varios mocosos jugaban  correteando por las proximidades, el viejo esbozó un puchero y unas lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas. Preocupado por ello, su compañero de asiento le preguntó si se encontraba bien, si necesitaba ayuda. Tras secarse la cara con un pañuelo, en el que se distinguía la letra ‘P’ bordada en una de sus esquinas, el hombre comentó que no ocurría nada. Su tristeza, explicó, se debía a que desde hacía más de veinticinco años no dejaba de pensar ni un solo día en su única hija, que debido a un accidente de tráfico falleció junto al niño que esperaba, percance que poco después pasó también la factura de la vida a su propia mujer.


El joven, conmovido por la historia, sintió en ese instante que una poderosa y misteriosa energía les atraía irreversiblemente, por lo que de súbito le propuso un trato. ‘Usted perdió a sus seres más queridos y todos mis abuelos murieron antes de que yo fuera capaz de conocerlos; déjeme ser el nieto que nunca tuvo. Le aseguro que, excepto un poco de cariño, jamás le pediré nada a cambio’. El anciano sonrió con excepcional dulzura, le pasó la mano por su cabeza y dijo: ‘Bienvenido a la familia, muchacho’.



El poder de su mirada



Torero y astado estaban bordando un lance de los que hacen época, una exhibición antológica cuya crónica merecía enmarcarse en oro para leer y releer hasta la extenuación. Joselete, que caló la raza y bravura de su oponente desde el primer instante, ya había prevenido al picador que abreviara el castigo de su puyazo para ofrecer a la res la posibilidad de conservar sobrada energía en los tercios siguientes.
En las gradas, que eran una fiesta, el entregado público asistía boquiabierto a un espectáculo sin parangón. Nadie sabía si admirar más la primorosa faena del matador, que al son de los pasodobles y sirviéndose de las florituras justas hacía con su muleta gala de una técnica superlativa, no por ello exenta de riesgo, o el trapío, el arrojo y los redaños del audaz cornúpeta, que no rehusaba ni una sola de las continuas citas y llamadas del diestro.

En esas estábamos cuando, inesperadamente, Joselete resbaló sobre un rastro de sangre fresca y vino a caer delante del bicho, que frenó en seco su embestida y se plantó, bufando de dolor y apenas a unos centímetros, cara a cara con él. Cara a cara verdugo y víctima. Cara a cara vida y muerte. Sus miradas se cruzaron durante los segundos infinitos que empleó la cuadrilla en llegar y hacer el quite de rigor, alejando a Aceituno de su maestro.

Ignoramos el mensaje que los ojos del animal transmitieron al hombre en ese fugaz momento, pero el hecho es que, una vez repuesto del trance y de vuelta del burladero, Joselete caminó muy lentamente hasta el centro del ruedo envuelto en un silencio sepulcral. Una vez allí, se arrodilló sobre la arena y juntando las palmas de sus manos, las elevó al cielo. Tras erguirse de nuevo se cortó la coleta y desatendiendo la costumbre, que dicta que esa petición deben hacerla los aficionados, solicitó al Presidente el indulto del noble morlaco.


viernes, 15 de marzo de 2013

Semillas envenenadas





Cuando el pequeño Hamid, de doce años, llegó de la escuela y vio su casa destruida y a su madre y hermanita muertas por un misil israelí, prorrumpió en un inconsolable llanto al tiempo que pensaba que ojalá los malditos nazis no hubieran dejado un maldito judío vivo sobre la faz de la tierra. Acababa de quedar sembrado en un niño más el germen del odio eterno.


jueves, 14 de marzo de 2013

Cuestión de corbatas





El Presidente de aquella potencia extranjera se quitó la chaqueta, desanudó su corbata y se desprendió de ella, mostrándose descamisado, en el transcurso de una relevante cumbre internacional televisada en directo. Acababa de lanzar al mundo el mensaje subliminal de que no es necesario vestir dicha prenda para seguir fingiendo, con éxito, ser una persona seria e íntegra. Que sin corbata, incluso se simula y se embauca mucho mejor. Acto seguido, muchos de sus homólogos en países aliados o satélites imitaron la acción del gran innovador, del indiscutible líder de las nuevas tendencias. Desde entonces se impuso, entre personajes (públicos o privados) corruptos, deshonestos y farsantes, la moda de prescindir de un inútil complemento cuya utilización, entre ellos y hasta poco antes, era incuestionable. Esa estrategia les permitía camuflarse más fácilmente entre la gente honrada.

A raíz de todo eso mi opinión mudó radicalmente; ahora he empezado a respetar más a los encorbatados y me atrevería a decir que según cómo y según cuándo, hasta podría confiar en algunos de ellos.


miércoles, 13 de marzo de 2013

I'm your man




Callada, descuidadamente ataviada y con el cadencioso ritmo de una vieja balada de Leonard Cohen, la mujer madura deambula por el barrio de bar en bar. Dicen que bebe para olvidar a su marido, el cual la abandonó por oscuras razones. Cuando la observo, sus afligidos ojos me revelan que el cabrón era un insolvente sentimental, que la dejó porque no toleraba que ella le amase tanto. Hay individuos que aborrecen las deudas intangibles, que son por cierto las deudas más cardinales y ese sujeto, al que no conozco pero me gustaría partir la cara, debía sufrir un déficit irreparable.

Cada vez que me cruzo con esa mujer, y sostengo lo de cada vez, me asaltan unos instintivos deseos de abrazarla entrañablemente e intentar transmitirle que hay cariño más allá de las rupturas, que existe vida después del desamor y que algún día, porque lo necesita y porque se lo merece, encontrará un compañero que le dirá, como hace cantando Leonard Cohen, “I’m your man”.


lunes, 11 de marzo de 2013

Salvadores




Primero vinieron a visitarme los salvadores de patrias. Antes de que pudieran abrir la boca les dejé cristalinamente claro que yo tengo tres: el Mundo, el Fútbol Club Barcelona y mi familia. En cuanto al Mundo, les comenté, es evidente que no hay quien lo salve y si existiese ese superhéroe ya se encargarían los poderes fácticos de eliminarlo por la vía rápida. Respecto al Barça no necesita salvación, es precisamente ese equipo el que cada semana nos conmuta la pena del aburrimiento a los aficionados al balompié. Y por lo que atañe a la familia, que es mi única patria verdadera, nos vamos apañando, gracias. Estos vendedores de banderas y donantes de conflictos se miraron entre perplejos y contritos, me ofrecieron un panfletillo (que terminó en el cubo de la basura) y se largaron con viento fresco.

Luego aparecieron los salvadores de almas. Inmediatamente les rogué, en su calidad de especialistas, ayuda urgente para encontrar a la mía, que me había abandonado el miércoles de la semana anterior llevándose una maleta repleta de amores, odios, rencores, frustraciones, anhelos… Precisaba recuperar mi espíritu y todos sus sentimientos, pues ahora solo era un vagabundo sin memoria y con la mente plana. Pero no debían ser unos especialistas demasiado competentes, el único paliativo que me ofrecieron fue la tarjeta de su puñetera cofradía con un número de teléfono en el que aseguraban recibiría la asistencia anímica necesaria (tarjeta que por supuesto también acabó en la basura). Como vendedores de humo que eran, se desvanecieron silenciosamente.

Al cabo llegaron los salvadores de los salvadores. Me cayeron simpáticos desde el principio y les invité a pasar. Después de unos tragos no tuvieron reparos en confesar que ellos tampoco salvan a nadie de nada, pero que disfrutan esparciendo su mensaje de la trascendencia del individualismo, de la imprescindible deserción del rebaño, de la relevancia y significación de la diversidad y del formidable peligro del pensamiento único. ¡Estos sí eran buenos vendedores! Tan buenos eran que les compré su máquina de elaborar ideas, me arremangué y me puse a escribir este cuento.


Inteligencia artificial




Cuando ordenaron al robot que sustituyese al humano emitió un metálico “NO”A continuación auto-fundió su procesador central y, tras un chasquido, dejó de funcionar.


Domingo por la mañana




Una paloma descansa apaciblemente sobre el retrovisor de una reluciente Vespa. Mientras, a veinte metros, en la terraza del bar regentado por unos chinos, dos adictos a la nicotina enfundados en trenkas siberianas toman café y charlan del catastrófico partido de ayer. En la acera opuesta, el farmacéutico de guardia observa a través de los cristales a varias adolescentes que, ajenas a este frío de diciembre, lucen unos mini-shorts explosivos; vuelven sin duda de una fiesta recién acabada, en la que no se ha escatimado el alcohol y quizás otro tipo de sustancias. Más allá, el párroco del barrio abre las puertas de la iglesia, en cuya esquina alguien relajó sus tripas. Otro hombre entrado en años adecenta con esmero un utilitario enfangado por las últimas lluvias. El kiosquero atiende al inquieto coleccionista de bobadas, que por nada del mundo se perdería la sacrosanta entrega semanal. Un vecino pasea resignado a su insulsa mascota, con la que sostiene un monólogo  completamente absurdo. La madrugadora espía de la finca de enfrente ya hace rato que descorrió los visillos y por misteriosas razones escudriña a conciencia, sin descanso, el paisaje y sus figuras. Atestado de reyes latinos pasa un veloz coche negro con las ventanillas bajadas, expeliendo quién sabe si una música infernal a un volumen insoportable o una música insoportable a un volumen infernal.

Yo sigo aquí sentado, pegado a la pared de tu portal, aguardando que bajes para darte una sorpresa. Tal vez he llegado demasiado pronto, pero no me importa esperar; hoy te he traído flores.


domingo, 10 de marzo de 2013

Llamémosle Pérez



Es un mendigo más, un vagabundo más, otro indigente cualquiera. Es una persona muy mayor, que arrastra su patrimonio por las calles de la ciudad empacado en una desvencijada maleta de ruedas. He visto muchas veces a ese transeúnte habitual por los barrios del centro y siempre he estado tentado de hablarle. Hoy, ese prójimo ha aceptado charlar conmigo cuando le he ofrecido un bocadillo y un cartón de vino barato.

El señor Pérez, llamémosle así, me ha contado que nació en la aldea de un remoto y frío lugar de la meseta, un lugar sin pasado, sin presente y, por supuesto, sin futuro. Sus padres explotaban (espero que los  verdaderos explotadores no se enojen si utilizo ese vocablo) una pequeña granja de animales; no vivían, simplemente sobrevivían y a muy durísimas penas. Pérez solo pudo asistir unos pocos años a la escuela, en la que, además de los números y las letras, le inculcaron una rudimentaria educación religiosa. Pero el señor Pérez me asegura que si hubiese un Dios y ese Dios fuese justo, no podría haber pronunciado esa frase que le atribuyen, más propia del presidente de la patronal, esa que dice “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Porque, argumenta, hay mucha gente que acapara demasiado pan, más del que nunca podrá consumir, sin haber transpirado una puñetera gota en su regalada vida, gente que se sabe aprovechar, ¡y cómo!, de las transpiraciones ajenas. Al propio tiempo existen cientos de millones de personas que, por más que suden y se esfuercen, incluso por mucho que recen, jamás alcanzarán a obtener una insignificante y dura migaja. Según Pérez, si hubiese un Dios y ese Dios fuese justo, premiaría a los buenos y castigaría a los malos precisamente en esta vida, no en la hipotética que ha (o no) de venir. Y dice que eso es lo que todos los poderosos desean que los pueblos crean: que cuanto más suframos ahora, cuanto más dolor nos dejemos infligir, más ración de gloria nos tocará después de muertos.

A raíz de la inesperada muerte de su padre, Pérez abandonó el colegio. Su madre, muy enferma, necesitaba ayuda y él era el único hijo del matrimonio, el gran heredero de la ingente miseria familiar. Se afanó lo indecible en sustituir el trabajo de su progenitor mientras vivió su madre,  apenas unos años más. Después, decidió vender los pocos animales que le quedaban y emigró a la gran ciudad.

Si bien ese hombre, al que denominamos Pérez, reconoce que es un ignorante en cuestiones políticas, lo cual interpreta como una bendición, también afirma que nunca le ha gustado el sistema y que al sistema nunca le ha gustado él. Me ha comentado que, cuando llegó a la capital, se empleó en el comercio de un tío suyo como recadero y asistente, pero, tras una década de solemne fidelidad a cambio de exigua comida e incómodo catre en un recóndito rincón de la trastienda, a la muerte del viejo sus primos le dieron boleta.

El sinsabor del abuso y la injusticia hizo mella en el joven Pérez, que juró por su vida no volver a trabajar para nadie más. Si sus propios familiares le habían tratado peor que a un perro, odiaba imaginar qué tipo de consideraciones tendría contra él cualquier desconocido.

Con los pocos ahorros que guardaba inició una serie de pequeños trapicheos, comprando y revendiendo artículos usados y baratijas con ganancias raquíticas, ínfimas, despreciables. Hasta que hace unos años las autoridades empezaron a perseguir el mercadeo ambulante ilegal (o sea, el que no pasa por la santa Caja Municipal y por ello carece del sagrado Permiso Administrativo urbi et orbi con sus doce timbres y siete autorizaciones), Pérez fue un popular buhonero, asiduo de los rastros itinerantes y del cambalache encubierto. Igual te vendía una radio estropeada que un vetusto disco de Eydie Gorme y Los Panchos o un grifo de segunda mano para el lavabo o el bidet. Aunque malvivía, se sentía libre y, sobre todo, dichoso por no permitir que nadie se lucrara a su costa. Pero cuando la policía empezó a empapelar a los vendedores furtivos como él, que tantos y tan graves perjuicios ocasionan a la balanza de pagos nacional, tuvo que abandonar la actividad y su vida se vino abajo.

Desde entonces, el ser humano al que llamamos Pérez carga a todas partes con su artrosis y su maleta llena de recuerdos y trastos, viviendo de la caridad. Sostiene que los que más comparten son los que disponen de menos medios, que hay personas maravillosas en el flanco oscuro de la sociedad, en ese lado menos cool, que solo aparece en la sección de sucesos de los noticieros y jamás en los glamourosos reality-shows. El inframundo de los desamparados, los solitarios y los olvidados. El gran ejército de los condenados, que ojalá en la otra vida (si existe y porque en ésta es ya imposible) alcancen el pedazo de gloria que alguien, algún día y por interesados motivos, les prometió.


Fría y gris



La mañana era fría y gris, como otras tantas. Parapetado en la trinchera, el soldado oyó un lejano estruendo y vio claramente cómo el proyectil propulsado desde las líneas enemigas se dirigía a sus posiciones. Gritó “¡Obús!” y sus compañeros se lanzaron al suelo. Mientras los más jóvenes temblaban, protegiendo con las manos sus rostros o hincando éstos en el fango, muchos veteranos apuraban rutinariamente sus cigarros. Sin embargo el vigía permaneció en pié, observando cómo se acercaba la semilla de muerte escupida a unos centenares de metros por el mortero que manejaba otro soldado tal vez semejante a él. Tal vez con mujer e hijos, aficionado a la música, al baile o a la pesca, tal vez creyente, nacido en una remota aldea, tal vez asiduo bebedor de vino, jugador de naipes, analfabeto, tal vez poseedor de un pequeño huerto y una mula. Un hombre muy probablemente detractor de las guerras, de los generales, de los oficiales y de sus órdenes asesinas; pero, con toda seguridad, un hombre ajeno al motivo y alcance de esa batalla y al insignificante valor que su miserable Dios, su miserable Patria y su miserable Rey otorgaban a sus desgraciadas vidas. Un artillero hábil, que no marró el disparo. La mañana era fría y gris y se tiñó de sangre.