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sábado, 5 de marzo de 2016

Espíritu de equipo




Eso me larga el jefe
como desagradable colofón
de un discurso infumable
Lo que ocurre es
que te falta
espíritu de equipo
Repite la frasecita
primero taciturno
luego serio
después amenazante
Mi silencio
y mi cara de palo
con el ceño fruncido
y los ojos entreabiertos
no ayudan precisamente
a distender la escena
Al cabo respondo
casi masticando
con preguntas
¿Equipo? ¿Qué equipo?
El tío muda
de ocre a colorado
La sangre de su pequeño cuerpo
viaja hasta su cabeza
a través de esa vena
hinchada del cuello
Ahora el que calla es él
y su ojo izquierdo
solo ese ojo
empieza a parpadear
como un semáforo intermitente
Comienzan a temblar
los papeles que sostiene
en sus manos
Creo que las orejas
le han crecido
y el nudo de su corbata gris
es comparable
al de la soga de un ahorcado
El tipo suelta los documentos
agacha las narices
y comienza a sollozar
Ese imbécil
al que si hubiera podido
hace un minuto
le habría cruzado la cara
parece indefenso
un animal malherido
Y joder
llamadme ñoño
pero a mí me gustan los animales
Por eso me levanto
y le acaricio el cogote
como le gusta a mi perro
mientras le susurro
Tranquilo
tranquilo
no pasa nada
un mal día
lo tiene cualquiera


miércoles, 19 de agosto de 2015

Memorias



Ilustración de Lucian Stanculescu  http://hypnothalamus.deviantart.com/



Querido diario,

Mañana pondré la fecha, porque ahora mismo no sé si estamos a 12 de abril o a 15 de septiembre.

Esta mañana he escuchado en la radio que en Timisoara, o en Filadelfia o en Shangai, ha habido una explosión (o a lo mejor ha sido un terremoto o un huracán) y han muerto más de 20 o de 100 personas. Una gran desgracia, vamos.

En la oficina ha sido una mañana aburrida, como es habitual. Lo único notable es que me he cabreado porque el jefe, Rodríguez, Gómez o Martínez, como se llame, qué más da, el jefe, me ha pegado una pequeña bronca al haber olvidado informar el expediente de CORCHOLIS Y CIA u otra empresa que empieza por CO y acaba en CIA. Dice que siempre igual, que coma rabos de masa o de pasa, una chorrada de esas ha dicho. Con la cantidad de faena que me endosa continuamente y el tocapelotas quiere que lo tenga todo al día, a la hora y al minuto. Es un capullo, ese jefe cuyo apellido acaba en -ez, como la hez. Ja, ja, ja, me ha salido un chiste. Qué bueno.

Luego, cuando he llegado a casa, mi mujer había preparado mi plato favorito, que ahora no me acuerdo cuál es, pero prometo que estaba para chuparse los dedos. Mientras comíamos me ha contado que el hijo de la vecina del quinto o del sexto, que se llama Florencia o Felisa, había encontrado trabajo en una gasolinera de Teruel. Aunque ahora ya no sé si me ha dicho eso o que se había quedado sin combustible en Teruel, o que había abandonado a su perro en una estación de servicio en Teruel. Bueno, para el caso lo mismo da, porque me importan un rábano el hijo de la vecina y su puñetera madre. Ya se apañará. Aunque el perro que tenía era precioso. No sé si era caniche o husky siberiano, pero bonito sí que era.

Por la tarde he visto un partido de tenis en la tele. Jugaba Nadal contra un haitiano,  sueco o argentino. Creo que al final ha ganado Nadal, pero no estoy seguro.

Después he ido a pasear con mi esposa; vaya manía que tiene de pararse a hablar con gente rara y desconocida, les cuenta y le cuentan unos rollos... Y yo allí parado, como un pasmarote, con esa sonrisa de circunstancias que mi mujer califica de prefabricada, esperando que acaben de cotillear. Luego jura y perjura que son personas que sí que conozco y además desde hace bastantes años, dice que no sabe si es que me estoy volviendo idiota o me lo hago. Como si disfrutase yo haciéndome el idiota, no te digo...

Hemos entrado en el bar de la esquina y nos hemos tomado un refresco. Me tiene mosqueado el camarero, no es la primera vez que me llama por mi nombre y de tú, como si hubiéramos comido antes juntos. Tengo que vigilar a ese tío. No me fío de él ni un pelo.

De regreso a casa he querido comprar el periódico y mi mujer no me ha dejado, sostenía que ya lo había comprado esta mañana. Y era cierto, tenía razón, allí estaba, encima de la mesa camilla. Lo he cogido y al leerlo he sentido una sensación de déjà vu, como si ya conociese las noticias antes de echarles un vistazo.

Hemos cenado pescado, pero no me preguntes qué clase, yo de pescado no entiendo mucho. Sé que iba aderezado con una salsa o unas especias. Estaba sabroso, la verdad.

Para acabar, hemos visto una película de intriga. Solo hace unos minutos que ha terminado. Del título ni idea, es en inglés. El argumento, un lío tremendo porque el protagonista, que parece bueno al principio, luego parece malo y vuelve a ser bueno al final. Hay unos disparos y no sé si lo hieren o lo matan, a él o al malo auténtico. De lo único que me acuerdo es que hay una chica que se desnuda y que hace el amor con alguien en el establo de una granja, o puede ser que fuera en los baños de un circo, ya te digo que es un lío de tres pares. Al final me la ha querido explicar mi mujer, pero ha sido peor el remedio que la enfermedad, ahora la entiendo aún menos. Podrían hacer unas películas más comprensibles, jolines.

Y antes de acostarme he venido a contártelo todo, querido diario, porque según mi mujer el médico recomienda que escriba cada noche todo lo que me sucede durante el día, que con eso y las pastillas -que la verdad sea dicha me están yendo muy bien- recuperaré memoria y no me tendrán que operar de la próstata.

Mañana (si me acuerdo) intentaré registrar el bolso de mi mujer, para averiguar su nombre. Cada vez que le llamo “cariño”, una palabra que siempre he odiado, siento como si me pegasen un rodillazo en los testículos.

RSC

miércoles, 11 de febrero de 2015

Campo de batalla




No te dejes embaucar
Ni se te ocurra creerles
Vaya broma llamar vida a esto
A una condenada guerra
Que sabes que perderás

Olvida a tus dioses No reces
Encomiéndate al azar
Acurrúcate en la trinchera
Como hacen los soldados
Durante los bombardeos

Y te lo advierto seriamente
Toma buena nota Por tu bien
Obedece las abyectas órdenes
Solo cuando te interese
Aquí no hay forma de desertar

Tendrás que enfrentar
Cientos de duros combates
Sin un solo héroe en tu bando
Sin un solo enemigo visible
Antes de sonar el primer disparo
Ya somos unas malditas víctimas

Permanece vigilante en las treguas
Cuídate de los daños colaterales
Podrías recibir unas ráfagas
De pobreza De dolor De ausencias
De humillación De Hambre
Porque de injusticia nacemos heridos

Todos caeremos Sin remedio
Tampoco los generales sobrevivirán
Ellos pagarán sus endiabladas felonías
Nosotros la timorata candidez
Que nos empuja a inventar salvadores

El campo de batalla quedará
Atestado de cadáveres desmembrados
No existe final más lógico ni más bello
Para esa horrible película de terror
Que se empeñan en llamar vida