Esa
vez, ella lloró. No lo hizo cuando la apresaron alejándole de su familia,
cuando mataron a su mejor amiga de una paliza, cuando la obligaron a trabajar
enferma de sol a sol en los campos de algodón de Mississippi, cuando la forzó
el amo y en tantas otras ocasiones. Mas cuando se lo arrebataron para entregarlo
a unos desconocidos, pensando en su bebé y antes de abrirse las venas, lloró. Solo
entonces. Por primera y última vez en su vida.