Perdone
usted, caballero, ya le he dicho antes que lo siento mucho. Comprenda que es mi
trabajo, que tengo una familia que mantener. Pero hombre, no ponga esa cara,
¡por el amor de Dios! ¡Si solo ha sido una advertencia! Ande, ande, tápese bien
ese agujero de la tripa, yo que usted no derramaría más sangre, podría resultar
nefasto para su salud. Mire, voy a parar a ese taxi para que le lleve al
hospital, ¿de acuerdo? Aquí llega. ¡Venga! que yo le ayudo a subir. Arribaaaaa,
¡hop! Bueno, pues que se mejore, señor,
que se recupere pronto y no sea nada. Ahora, por favor, eso sí, se lo ruego
encarecidamente: acuérdese de devolver la pasta a Don Alessandro antes de una
semana, mire usted que tiene muy mal carácter y es capaz de cualquier cosa… Adiós
y buenas tardes, ha sido un placer conocerle. Hasta más ver.
Duro trabajo el que tienen que hacer algunos para poder comer, ellos cumplen con su cometido, el que manda es el que tiene la última palabra.
ResponderEliminarUn abrazo, Hace tiempo que no pasas por mi blog, date una vuelta, tengo cervezas fresquitas, acompañada de alguna que otra historia.
Puri
Hola Puri. Agradecido siempre por tus comentarios. La verdad es que no tengo mucho tiempo, en cuanto puedo paso por allí (por las historias, claro, no pienses mal).
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