domingo, 28 de abril de 2013

Víctimas



-  ¡Alto ahí!  Dame inmediatamente toda la pasta que lleves encima.


     -   ¿Cómo? ¡De eso nada! Si quiere mi dinero habrá de matarme.

     -   Pero hombre, ¿quién te ha dicho que yo quiera matarte?

    -     Para quitarme el dinero antes tendrá usted que usar esa pistola.

    -     Vale, de acuerdo. A ver, convénceme de que no debo hacerlo.

    -     Tengo mujer y dos hijos.

    -     Yo parienta, tres críos y un periquito.

      -     Estoy desde hace dos años en el paro, antes trabajaba de contable en una empresa que se trasladó a Marruecos.

   -     Joder, ¡qué casualidad! Hace más de tres años que no tengo curro; yo era albañil.

  Si no consigo por lo menos cuatro mil euros en el plazo de una semana, nos desahuciarán. ¡Malditos bancos!

   ¡Hijos de puta! ¡Me cago en ellos! A nosotros ya nos tiraron a la calle hace seis meses; ahora vivimos en una caravana robada.

    -   Mi madre está muy enferma. No puedo comprar los medicamentos que necesita y que ya no proporciona la Seguridad Social.

   ¡Qué me vas tú a contar! Tengo un crío medio ciego, no me dan ninguna ayuda y estamos dos años en lista de espera. ¡Políticos de mierda!

   -  Sí, tiene usted toda la razón, ¡vaya gobernantes inútiles y vendidos! A veces me entran unas insoportables ganas de suicidarme y mandarlo todo al carajo.

   Bueno, oye, por favor, tranquilízate, mejor que no sigas. ¿No tendrás un par de euros?, así nos hacemos unas cañitas y seguimos hablando.

     -    Hombre, si solo son dos euros y deja de apuntarme con esa arma…

    -     Pero bueno, ¿no te has dado cuenta? ¡Si solo es una pistola de juguete que encontré en un contenedor! Lo siento, perdona, es que estoy desesperado ¿sabes? Me llamo Paco.

  De acuerdo, encantado, Paco. Le comprendo, pero entienda que me ha dado un susto. Mi nombre es Eduardo.

   -   Disculpa otra vez, Eduardo, mucho gusto. Y háblame de tú, colega. Mira, yo pago la segunda ronda. Oye, ¿sabes que le tengo echado el ojo a otra caravana? He pensado que luego te daré mis señas, por si al final os desahucian ¿qué te parece?

Y los hombres se encaminaron hablando amigablemente hacia el bar más cercano.


No hay comentarios:

Publicar un comentario