domingo, 7 de abril de 2013

La risa puede ser peligrosa




Este gordo ocupa mucho lugar. No sé qué voy a hacer con su cadáver. Ni siquiera sé si podré moverlo. Comprendo que me precipité al dispararle, pero sin embargo no me arrepiento de ello. Esa inmunda bola de sebo estaba trompa, vomitó sobre mis Ferragamo y luego comenzó a burlarse. Creo que fue precisamente su risa histérica la que hizo que algunos cables se cruzasen en el interior de mi cabeza;  me recordó a mi padre cuando era niña y, después de revisar mis calificaciones escolares, se tronchaba a carcajadas para terminar diciendo: “nunca llegarás a nada, querida”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario