domingo, 7 de abril de 2013

Despedidas



Al cierre de cada jornada en la oficina, Arturo se despedía siempre con la expresión “Un día menos de vida, compañeros. Hasta mañana”. Sus colegas nunca dejaban de sonreír, pues la declaración era regularmente acompañada de distinto tono según el día que fuese; no era igual la inflexión utilizada los lunes que la modulación de los jueves y así ocurría también los días intermedios y los viernes, cuando la despedida era “Una semana menos de vida, amigos. Hasta la semana que viene”. Al coincidir con final de mes, la primera parte de su adiós se modificaba por “Un mes menos de vida” y la entonación sonaba de lo más lúgubre. Los fines de año Arturo obsequiaba a los colegas con un minúsculo espectáculo, consistente en maquillar ligeramente su rostro con polvos de talco, tumbarse en el suelo con los ojos cerrados y las manos cruzadas sobre su pecho y, tras tararear las primeras notas de la Marcha Fúnebre de Chopin, declamar con voz de ultratumba: “Un año menos de vida, camaradas. Hasta la muerte que viene”.

Una tarde de invierno el pobre Arturo se despidió silenciosa y definitivamente a causa de un derrame cerebral, acaecido mientras despachaba con su jefe. En la oficina siempre será recordado como un tipo simpático y optimista.


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