lunes, 2 de abril de 2018

Igual os apetece




«El ciego es el rey» es una colección de textos en la que, como alguien diría, «todo es falso salvo algunas cosas». La mayoría de sus personajes se desenvuelven —como nosotros— en una sociedad plagada de tuertos que se mienten incluso a sí mismos, donde a los pocos clarividentes que existen se les trata como a apestados, y el ciego adquiere rango de majestad. A través de cuentos, microrrelatos y poemas, más o menos mordaces y agridulces, el autor intenta promover una reflexión sobre el misterioso glamour del fracaso, pero también acerca de la necesidad de conservar siempre la esperanza, único salvavidas para enfrentarnos a esta realidad y al inquietante futuro que se avecina.

Será el viernes 13 de abril a las 19:30 cuando dos personas muy especiales para mí, Lu Hoyos y Mauro Guillén, apadrinen la presentación de esta nueva criatura, surgida de mi excéntrica mente. Si os apetece, allí nos vemos.

Y si no podéis asistir por cualquier motivo, sabed que el libro está disponible en editorial ACEN:


domingo, 4 de febrero de 2018

Los amos del mundo



Es sorprendente que casi nadie se pregunte
por qué los amos del mundo no creen en Dios
Alguien dirá y qué sabes tú cernícalo
Yo como la mayoría no conozco a esa gente
y no pienses que me arrepiento
si bien no es necesario ser demasiado perspicaz
para comprender que sólo creen en sí mismos
y en la riqueza que les proporciona su poder
Aunque financien iglesias y sectas
aunque promuevan fes y religiones
con sus severas leyes y su podrido dinero
Nos necesitan dóciles creyentes y piadosos
pobres ignorantes y cobardes
Sus portavoces te prometen la gloria
sólo si mueres miserablemente sometido
humillado ofendido derrotado
aunque satisfecho de sentirte un mártir
No pequéis —exigen— no robéis
pero si robáis hacedlo entre vosotros
ya os indicaremos cómo a quién y cuánto
No pequéis —ordenan— no matéis
pero si matáis que sea entre vosotros
ya decretaremos dónde a quién y cuándo
Es curioso que casi nadie repare
en que los amos del mundo —esos canallas—
son los únicos y verdaderos dioses
Hasta un cernícalo se daría cuenta

viernes, 17 de febrero de 2017

Good bye, bellotas





Cuando se abrió la puerta del templo en mitad de la ceremonia y vi al bueno de Pancracio el porquero, con una maleta y dos lechones, mi primera reacción fue mirar a Rober, mi prometido. ¡Pero qué feo y rancio es el condenado! Me pregunté entonces a santo de qué una veterinaria como yo había aceptado semejante propuesta de matrimonio; tal vez los incontables latifundios de su padre y su cargo de Chairman en la TBC -Transnational Bellota Company- tenían algo que ver en el asunto.

Volví la vista de nuevo y Pancracio me guiñó un ojo. Luego ya se pueden imaginar lo que pasó.


lunes, 5 de diciembre de 2016

En el centro comercial




Aquel desarrapadillo se sentó sobre mis rodillas y mientras el fotógrafo disparaba el flash, comentó con desparpajo:
—Hola. Me he portado bien. Estudio y hago los deberes, obedezco a mis papás y quiero mucho a mi hermanita Violeta.
—Muy bien, campeón, ¿cómo te llamas?
—Carlos Martínez. Calle Guerrillero Cabrera 13, puerta 5.
—¿Has entregado tu carta al paje?
—No, no he escrito ninguna carta; no necesito nada.
Esas palabras me sorprendieron. Dirigí entonces la vista hacia su madre, una mujer ojerosa que al cuidado de un viejo carrito de bebé y con un abrigo ajado que le venía demasiado grande, nos contemplaba sonriendo.
—¿Y eso? ¿Por qué no quieres nada, Carlos? Entonces, ¿para qué has venido?
—Soy pequeño, pero no soy tonto, Gaspar o como te llames. Sé que el día de Reyes tendré unos juguetes usados que mi padre sacará de cualquier sitio. Por eso solo quiero pedirte que a él le consigas una bicicleta. Anteayer se la robaron y la necesita para ir a trabajar. Júrame que lo harás. Sé que puedes aunque no seas ni rey, ni mago. Júramelo, anda. Tienes cara de buena persona, Gaspar o como te llames.