viernes, 7 de marzo de 2014

En el mar



El viejo Eustaquio murió, como tantos otros miles y millones de personas, sin haber visto nunca el mar. Sin haber sentido el aroma salitre de la costa, sin haber bañado sus pies en la espuma que las olas traen a la orilla, sin haber podido admirar la majestuosidad de un paisaje dominado por el horizonte inalcanzable.

El viejo Eustaquio murió sin conocer el mar; tal vez por eso no debería parecer contradictorio que su última voluntad fuera, precisamente, que esparciesen en él sus cenizas.


5 comentarios:

  1. Vaya deseo! Cortito y conciso. Muy bueno.
    Un abrazo.

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    1. Gracias por leer y comentar, amigo Luis. Un abrazo y mis mejores deseos.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Pienso que el micro se refiere a los sueños no cumplidos. Por lo menos lo consiguió en su muerte.
    Excelente como siempre Rafa.
    Un abrazo

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    1. Sí, es una interpretación muy válida, David. Todos tenemos algún sueño pendiente, unos posibles y otros imposibles. Intentemos que no nos pase como a Eustaquio y podamos verlos realizados antes de nuestra despedida. Un abrazo, amigo.

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