sábado, 29 de marzo de 2014

El incómodo embrollo


Shadow Days - Michael Ryan (www.500px.com)

Si bien mi mujer me engaña, no debería reprochárselo. Multitud de veces le he dicho: "Nena, si se presenta una oportunidad no la desaproveches, dale alegría a tu cuerpo, que tu cuerpo es para darle alegría y cosas buenas, ¡ahhhhhhhhhhhhh, Macarena!"

Primero sospeché que la alegría se la proporcionaba un vecino, la pareja de alguna de sus amigas, el cartero, incluso una de mis amistades o su místico profesor de tai-chi. Al final, conseguí descubrir que solo me es infiel con mi otro yo. Y eso sí que no. Ah, no. Por ahí no paso. Toleraría que me pusiera los cuernos con alguien conocido o cognoscible, pero justamente con alguien que -por mucho que me lo proponga- jamás llegaré a conocer, eso no puedo consentirlo. De ninguna de las maneras. Aunque, si me paro a reflexionar, a estas alturas dudo si culpar a mi esposa o a mi otro yo, el perfecto extraño que se la beneficia a mis espaldas.

Mi mujer argumenta que no sabe nada, que debe ser su otra ella la que se entiende a escondidas con mi otro yo. Un día de estos tenemos que sentarnos a hablar los cuatro para ver si resolvemos, de una vez por todas, este incómodo embrollo.


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