domingo, 2 de febrero de 2014

La lástima




Ahora reconozco que El Chino no era tan mala gente. El Chino tampoco era asiático y su apellido real era Williams; un profesor de inglés que no tenía la culpa de haber sido formado –el diablo sabrá dónde- bajo la cavernícola premisa de “la letra, con sangre entra”. Y aunque comencé a odiarle el día en el que, por no haber hecho las tareas, me rompió de un golpe el tímpano, he llegado a entender que El Chino no era ningún psicópata disfrazado de educador. Solo un lobo solitario, reprimido, desgraciado hasta decir basta, que únicamente pretendía no suscitar lástima a los demás. Aunque para nuestra desdicha, no encontró peor fórmula que el uso cotidiano de la brutalidad, maltratando y aterrorizando a unos niños inocentes.

Olvidadas mi infancia pero sobre todo mi inocencia, comprendí mientras ponía el cañón del revólver en su nuca, que le haría un gran favor, que con una leve presión de mi dedo índice ahuyentaría al instante todos los fantasmas de su pasado. Como el fantasma de mi sordera, por ejemplo. Cuando suplicaba piedad mediante susurros ininteligibles, yo acercaba el oído dañado a sus labios y exigía que hablase más fuerte, más claro. Amarrado a una silla en aquella factoría abandonada, se orinó encima antes que de una patada lo tumbase y le dejara allí postrado. Antes de irme grité que me daba muchísima lástima lo cual, aun siendo una gran mentira, era precisamente lo único que él jamás habría querido escuchar en toda su infame existencia.

Esta mañana, el diario ofrecía la noticia del hallazgo de los restos de un cuerpo devorado por las ratas.


4 comentarios:

  1. Nada que reprochar, lo que recibió el Chino fue un acto de compasión. Genial Rafa, tus últimos micros son Dinamita 100%

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    1. Gracias por estar ahí, David, por leer y comentar con esa amabilidad que te caracteriza. Un abrazo, compañero y amigo.

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  2. Salieresco total... das miedo, me gusta, muy bueno, mucho. Ese rencor, esa enferma manera de justificarse y sacar partido del pasado. Felicitaciones, veo palabras medidas, muy bueno.

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    1. Hay gente, como mi protagonista, a la que le jode que malvados como El Chino sigan haciendo de las suyas. Y que encima se salgan de rositas. Un abrazo, Per.

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