lunes, 5 de agosto de 2013

Blue




Excepto el barman, que seca los vasos en silencio al otro lado del mostrador, ya no queda nadie más en el club. En un rincón, mientras desgrana en su saxo las notas de una triste balada con el deje más hiriente que se pueda imaginar, el solista afloja unas lágrimas. Escribió ese tema para el gran amor de su vida, la mujer que traicionó todos sus sueños pero a la que, sin embargo, aún quiere y añora. Vibran, la caña en su boca y el corazón en su pecho. Finalmente, la melodía se desvanece como el hielo en un desierto. Como el estertor de un moribundo. Como un alma rota en un callejón sin salida.


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