miércoles, 8 de mayo de 2013

Sentir que es un soplo la vida





La última alma humana que vagó por aquella sombría estancia fue precisamente la mía. Paul y Fanny habían abandonado dos años antes bajo la excusa de que la humedad disminuye la luminosidad de los espectros. Resistí bien la inconveniencia de la soledad en aquella mansión vacía hasta que cierta noche sobrevino Rose, una enérgica anciana atropellada por un camión que a menudo me confundía con su nieto, al que suplanté por piedad algunas veces. Tres días después de que decidiera marcharse en busca de su esposo comprendí que los muertos estamos mejor en el cementerio y regresé a mi tumba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario