viernes, 5 de abril de 2013

Las ratas




El flautista, contratado por el pueblo para limpiar de ratas el país, comenzó a hacer sonar su instrumento. De repente, las calles se inundaron de diputados, senadores, consejeros, ministros, familias reales, alcaldes, secretarios, vicesecretarios, directores generales, presidentes de aquí y vicepresidentes de allí, delegados de esto y de lo otro, asesores, sindicalistas podridos y demás roedores del dinero público. El mágico intérprete guió a estas decenas de miles de parásitos ineptos hasta la boca de un activo volcán, en el que se fueron lanzando de manera autómata.

Cuando regresó para cobrar la correspondiente factura, como la crisis ya había terminado, los ciudadanos, agradecidos, obsequiaron al flautista con un plus de productividad. Y todos fueron felices y comieron perdices.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.


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