domingo, 10 de marzo de 2013

Mahoney y Co. (Primer capítulo)


1. CORRECTAMENTE, POR ERROR

Mientras era testigo de los ímprobos esfuerzos del personal sanitario por reanimarle, le invadió una inexplicable sensación de paz. Podía observar y escuchar cómo, urgidos por la necesidad, manejaban instrumentos, trasladaban órdenes e intercambiaban opiniones encaminadas a intentar poner de nuevo su corazón en marcha. Estaba entre ellos, pero no podían verle. De repente, una inexplicable energía le arrastró hacia un oscuro túnel a través del cual, ingrávido, comenzó a deslizarse con una vertiginosa rapidez en dirección a una refulgente luz que notaba cada vez más cerca. Llegó al final de la galería y apareció en una brillante sala de dimensiones ilimitadas, donde solo se veía a dos silenciosos tipos, vestidos con trajes y corbatas negros. Parecían estar esperándole, sentados cada uno a un lado de un blanco escritorio. El de mayor edad tenía un aspecto apacible tras su nívea y luenga barba; el otro, mucho más joven, bronceado y con gafas de sol, mostraba una apariencia seria y circunspecta. El barbudo, con amable gesto, le invitó a sentarse al lado del hombre serio, se acomodó en su sillón y extrajo de algún compartimento un abultado dossier, que comenzó a ojear.

-         ¿Es usted Raymond Parker, nacido en Tulsa, Oklahoma y residente en Tavares, Florida?
-         Sí, soy yo. Díganme, ¿dónde estoy?
-         Bueno Raymond, dijo consultando su libreta, según nuestra información usted ha llegado aquí por casualidad. Nos gustaría decirle que se encuentra en el sitio equivocado, pero nos tememos que eso no sería rigurosamente cierto.
-         ¿Puede explicarse mejor? ¿Quiénes son ustedes?
-         Nuestros nombres son lo de menos, Raymond. Estamos aquí para analizar algunos hechos y establecer determinadas conclusiones, sentenció con voz queda el de las gafas de sol.
-         ¿Hechos? ¿Conclusiones? ¿Qué significa todo esto? ¿Estoy muerto, no?
A partir de ese momento, los hombres de negro fueron alternando sus comentarios.
-         Bien, podríamos asegurar que en estos momentos está usted clínicamente muerto, así es.
-         Entonces, supongo que esto es lo que ahí abajo llaman eternidad…
-         Ray, ¿sabe usted cómo ha fallecido?
-         Creo que estaba en la habitación de mi hotel cuando llamaron a la puerta. Abrí y un tipo alto, bien vestido y con una cicatriz en la mejilla preguntó si yo era Raymond Parker. Asentí, sacó un revólver y me disparó a bocajarro. Después de eso ya no recuerdo nada.
-         Efectivamente, esa es la secuencia exacta de los sucesos. Usted estaba alojado en el Holiday Inn de la Avenida Cumberland, en la habitación 204, cuando esta tarde, a las 16:37 horas un asesino a sueldo llamado Harry Rosolino, de Denver, acabó con su vida de un disparo.
-         ¿Bromea? ¿Un asesino a sueldo? ¿Quién iba a querer matarme a mí? Por el amor de Dios, solo soy un técnico de redes y sistemas que vino a Chicago a hacer un curso de especialización…
-         Amigo, en realidad Rosolino no quería matarle a usted. En la habitación 317 del mismo hotel se hospedaba otro Raymond Parker, nacido en Huntsville, Alabama y con última residencia conocida en Detroit, Michigan. Pero se registró con nombre y documentación falsos, lo cual confundió al sicario.
-         ¡Cielos! ¡Eso significa que estoy muerto por una maldita equivocación! Supongo que harán algo por remediarlo, ¿no?
-         Créanos si le decimos que en otras circunstancias lo intentaríamos, solo que tenemos la evidencia de que a usted le mataron correctamente, por error.
-         ¿Qué diantres dice usted? ¡Está claro que se han equivocado, soy una víctima!
-         Cálmese y escúchenos: el otro Raymond Parker es un mafioso de Detroit que recientemente superó un cáncer de hígado. Agradecido por ello, abandonó sus actividades ilegales y fue a Chicago a reunirse con su ex-esposa y sus hijos. Tiene la intención de reemprender junto a ellos una vida decente en algún remoto lugar, pero en el hotel no podía facilitar su verdadera identidad porque sabe que unos antiguos compinches, a los que debe un montón de pasta, quieren su cabeza en una bandeja de plata.
-         ¿Y qué? Eso deja las cosas como estaban, ¿no? Me han disparado por una maldita confusión, han de devolverme a la vida, ahora que aún estamos a tiempo. He visto muchas películas y…
-         Perdone, Ray. Olvídese de las películas. Pura fantasía. Le prometemos que los guionistas de cine no saben cómo es y cómo funciona esto. Aquí tenemos unas reglas y esas reglas se cumplen. Inexorablemente.
-         ¿Y qué regla van ustedes a aplicar? ¿Cómo lo piensan arreglar? Es evidente que ese pistolero, Rosolino, la cagó y le pegó un tiro a quien no debía…
-         Esa es la cuestión, Mr. Parker. Creemos que Rosolino (y no es necesario que insista en que fue un equívoco), le pegó un tiro a quien sí debía.
-         ¿Qué mierda están ustedes diciendo? ¿Quién podría tener algo contra mí?
-         Ray, no está entendiendo nada de nada y además, hay dos cosas que queremos que le queden claras: uno, sabemos siempre cuando alguien miente y dos, conocemos perfectamente todo lo que usted había planeado hacer en Chicago.
-         ¿De veras? ¿Y qué es lo que había planeado?
-         Usted vino con el pretexto de asistir a un Curso Avanzado de Seguridad de Redes, pero su principal objetivo, y por eso trajo una vieja Beretta que consiguió en el mercado negro, era liquidar a su padre, Edward Parker, que vive en la ciudad, para recibir su herencia. Es usted un ludópata empedernido y está completamente arruinado.
-         ….
-         Ray, su silencio resulta muy explícito. Creemos que ha entendido perfectamente que tenemos poderosas razones para no devolverle a su cuerpo. La chapuza de Rosolino equivocándose de hombre fue a la postre una bendición, pues evitó que la víctima (o sea, usted) pudiese acabar con otra vida. Mientras, su tocayo Raymond Parker, el superviviente, tendrá la oportunidad de rehacer su existencia con las personas que lo quieren. Ahora suponemos que comprenderá por qué sostenemos que usted  murió correctamente, por error.
-         ….
-         Esta tarde la justicia se vistió de azar, Ray. Lo sentimos, pero tendrá que quedarse aquí con nosotros, dijo el hombre mayor dando carpetazo.


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