lunes, 8 de junio de 2015

Tres micros sobre una misma fotografía



LA CAMARERA DEL TITANIC

Siempre quise ser submarinista. Pero no una submarinista cualquiera. Una de esas que se sumerge en las profundidades del océano para buscar tesoros formidables en viejos pecios hundidos. La vida, sin embargo, no me ha ofrecido oportunidades. Cuando naces en un villorrio de Dakota del Sur, a varios miles de kilómetros de la costa más próxima, y te dejan preñada con diecisiete años, es difícil poder alcanzar alguno de tus anhelos juveniles.

Ahora comprenderás, Harry, qué demonios hago en este bar, sirviendo platos combinados, sándwiches, cervezas, café y batidos de fresa o plátano a todos esos granjeros que se acercan con olor a establo inmundo para hablar de la hermosura de sus cerdos o la última cosecha de girasol.

Ahora comprenderás estas ojeras que trato de disimular con maquillaje barato. Porque no consigo dormir por las noches. Tengo miedo de volver a soñar que estoy allí abajo, casi en la zona abisal, acariciando los restos de una muñeca de porcelana rescatada del Titanic, cuando se acaba el oxígeno de mis botellas.


************


PRETTY WOMAN

Hoy se cumplen tres años de mi llegada a Los Angeles. Y te puedo asegurar, Sam, que el día de mi éxito está cada vez más próximo.

Desde hace unas semanas tengo un empleo fijo en la Warner. He estado ensayando. Todos los actores y directores que pasan por el bar salen convencidos de que soy una sencilla camarera, cuando en realidad únicamente interpreto ese papel. Las clases en el Actor’s Studio han sido caras pero bien provechosas, te lo garantizo.

Sam, he planeado algo: la próxima vez que Marlon Brando venga acompañado y me pida un café, voy a representar la desatada escena de celos que Tennessee Wiliams escribió para una de sus obras. No es necesario que te diga que quien no arriesga, no gana.

Porque vine a Hollywood para triunfar, y pongo a Dios por testigo de que antes o después lo conseguiré.


**********


INEXPLICABLE

Juro por Dios que no comprendo qué cojones hago en un solitario snack-bar de Montana a la una de la mañana, y menos con esta pinta. Sobre todo considerando que vivo en Cuenca, me llamo Manolo, soy butanero y no tengo pajolera idea de inglés. Cruzaré los dedos para que no entre ahora Maruja y me reconozca; hace unos días le prometí que había dejado de fumar.

2 comentarios: