lunes, 3 de noviembre de 2014

Oklahoma



Querido mío:

Te echo de menos cada día que pasa. Los negros vaticinios se han cumplido. Aquellos que predijeron que nuestro idilio tenía los días contados, reirán ahora satisfechos. Has desaparecido de mi vida como por arte de magia, sin avisar, sin mostrar el más leve indicio de que lo harías.

Pero por más que intento olvidar esta relación, no puedo. Recuerdo bien cómo se forjó nuestra unión. Sucedió en China, desde donde todavía demasiado jóvenes y junto a una muchedumbre de camaradas, fuimos embarcados sin contemplaciones rumbo a Occidente.

Hasta que me abandonaste, la persona que nos acogió siempre nos trató decentemente. A cambio de un servicio poco laborioso, nos cuidó y procuró que permaneciésemos juntos el mayor tiempo posible, respetando nuestra intimidad al proporcionarnos un lugar oscuro donde compartir secretos y confidencias, donde amarnos en silencio.

Ahora, sin ti, me siento incompleto. Como si hubieses sido mi hermano siamés y después de dividirnos te hubieras quedado la parte más importante, más sensible, de nuestro corazón. Absorto por tu fuga, el dueño de nuestros cuerpos ha decidido relegarme a un espacio diferente, lúgubre y habitado solo por almas solitarias, donde imagino permaneceré en el olvido hasta que me encuentre otra pareja o decida, sencillamente, deshacerse de algo tan inútil y desclasificado como yo.

Soy consciente de la futilidad de estas tristes palabras, pero necesito reiterar que te extraño, declarar al mundo que -porque te amo- yo también quisiera viajar a Oklahoma, donde dicen que está el Edén de los Calcetines Desaparecidos.

Firmado: El de rombos amarillos y púrpura del pie izquierdo


4 comentarios: