lunes, 6 de octubre de 2014

Propinas



Hoy parece que ella tiene la voz todavía más dulce que ayer. Juraría que su fragancia es más intensa, la mirada más seductora, su piel más brillante y suave. También sus caderas, que se mecen al compás de viejos boleros, contribuyen como nunca a realzar un sugestivo busto.

      Cada tarde me sirve el manhattan con la mejor de sus sonrisas, enmarcada en esos labios decorados en apasionante carmesí. Y también, ya es costumbre, le guiño un ojo y pago añadiendo a la cuenta una generosa propina, que como las anteriores provienen del anticipo que me entregó su marido. Un día de estos tendré que decidirme y la mataré.


4 comentarios:

  1. Antes de que se acabe el anticipo, para cobrar el resto y poder seguir tomando copas.
    Muy bueno tocayo.

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  2. Que buen final, muy perverso.
    Saludos

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  3. Un relato cargado de "mala leche" pero de la buena, de la de bien contado y mejor escrito. Suerte para el siguiente :)

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