domingo, 12 de enero de 2014

Esos inoportunos halagos



-Chico, tienes un don: naciste para escribir -me aseguró el grandísimo tocapelotas. Decía que era un experto literario ¡Y una mierda! No recuerdo su nombre, pero sí su cara. Si algún día me lo encuentro, se la parto en mil pedazos.

Era yo tan mentecato que aquellas frases calaron hondo. Mandé al carajo los estudios y me concentré en escribir. Aquel erudito de pacotilla había manifestado que había nacido para eso y solo a eso me pensaba dedicar. Cumplí los treinta y no había publicado una línea. Entonces mi padre planteó un ultimátum: me ponía a currar en el taller familiar o ahuecaba el ala. Me llamó parásito y le contesté maldito fracasado, fue la última vez que lo vi.

Sigo sin publicar nada, aunque doy la brasa al editor que se me pone por delante. Ahora que mi padre no está, he de reconocer que si en este mundo hay un maldito fracasado, ése soy yo.


2 comentarios:

  1. Hay que desconfiar de ciertos halagos. Muy bien, Rafa, creo que has nacido para esto pero de momento no abandones tu trabajo. Besos.

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    1. Gracias, Lu. Aunque como ya comenté en Falsaria, no es ninguna vivencia personal, solo una ocurrencia que tuve y plasmé en texto. Sé positivamente que no he nacido para esto, pero me divierto escribiendo y mientras me divierta lo seguiré haciendo. Un abrazo.

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