miércoles, 15 de enero de 2014

El arrebato




La mujer que iba en el coche a mi lado volvió a señalar la berlina roja.

-¡Por Dios, no lo pierda! ¡Acérquese más! –exclamó nerviosamente.

-Señora, hago lo que puedo. Existen unos límites de velocidad.

La pasajera sacó un billete de doscientos euros y lo colocó sobre el taxímetro. Pisé a fondo y sorteando los tres vehículos que nos separaban me situé tras él.

-Póngase a su altura, a la izquierda.

Con una rápida maniobra cumplí las instrucciones. Mi acompañante bajó la ventanilla y descargó un pistoletazo contra el otro conductor. Frené en seco.

-¿Por qué se detiene? ¡Volvamos a la clínica psiquiátrica, rápido! –me dijo amenazándome con el revólver.



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