La mujer que iba en el coche a mi lado volvió a señalar la berlina roja.
-¡Por Dios, no lo pierda! ¡Acérquese más! –exclamó nerviosamente.
-Señora, hago lo que puedo. Existen unos límites de velocidad.
La pasajera sacó un billete de doscientos euros y lo colocó sobre el taxímetro. Pisé a fondo y sorteando los tres vehículos que nos separaban me situé tras él.
-Póngase a su altura, a la izquierda.
Con una rápida maniobra cumplí las instrucciones. Mi acompañante bajó la ventanilla y descargó un pistoletazo contra el otro conductor. Frené en seco.
-¿Por qué se detiene? ¡Volvamos a la clínica psiquiátrica, rápido! –me dijo amenazándome con el revólver.
¡Ehhhhhhhhhhh! Más que explícito!
ResponderEliminarEres un genio!!
Un abrazo.