miércoles, 3 de julio de 2013

El dudoso arte del tormento




El dolor retuerce mis entrañas en este lecho de arena mientras vomito oscuros borbotones de sangre y la muerte, cercana, me acecha. Son unos perturbados. Arrancado de mi familia, me condujeron al macabro escenario donde ahora me mortifican con sus brillantes armas. Ni los agrios quejidos ni la mirada suplicante han infundido un ápice de compasión en tan hábiles y despiadados verdugos. Incapaz de resistir un nuevo martirio, he caído finalmente de rodillas expresando una rendición  inequívoca. Aún así, entre los bárbaros hay quien con aspecto todavía más desequilibrado y detrás de un humeante habano, clama desde el tendido: “¡Descabello!”


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