jueves, 14 de marzo de 2013

Mi querido cadáver




Anoche soñé que era forense y me hacía la autopsia a mí mismo, es decir, que yo era el doctor pero también el cadáver. Guiado por mi intuición decidí, no sé si acertadamente o no, comenzar haciendo una incisión desde el cuello hasta el ombligo, para introducir a continuación la mano por el gran corte. Pero en lugar de órganos internos, encontré unas fotografías. Unas eran mi niñez, otras de mi pubertad y juventud, bastantes de mi madurez y solo algunas de mi vejez; unas de mis abuelos, de mis padres, de mis hermanas y sobrinos, de mis amigos, otras muchas de mi esposa e hijas, varias de mis nietos. Volví a escarbar allí adentro y extraje primero unos dibujos infantiles, luego unos manuscritos de la adolescencia, también unos folios mecanografiados en los que se podían leer alguna poesía y un montón de cuentos sin demasiado sentido, finalmente un puñado de recetas médicas y prospectos de medicamentos. No satisfecho con todo eso, probé de nuevo. Esa vez obtuve unas cuantas grabaciones musicales en diferentes soportes: cintas de casette, vinilos, compact-discs y mp3’s. Sumergí aún más profundamente la mano y logré capturar unas películas, tanto telefilms como largometrajes, series e incluso grabaciones familiares; primero en video, después en CD’s, DVD’s, Blu-Ray’s. Me estaba dando por vencido, ya que a mis nulos conocimientos científicos se sumaba la inaudita falta de cualquier evidencia fisiológica. En ese momento mi querido cadáver abrió los ojos y hablando claramente me dijo: “Eres un maldito estúpido, ¿no entiendes que no importa cómo hayas muerto, que lo importante es cómo hayas vivido? Te estoy ofreciendo pruebas de tu vida y tú te empeñas en seguir buscando pruebas de tu muerte. Eres tonto, chaval”. Reflexioné sobre ese reproche y entendí que era un reproche justo y razonable. Dejé de lado el bisturí, tomé hilo y aguja y suturé la fisura como Dios me dio a entender. Tras recoger todos mis recuerdos y meterlos en una bolsa, me despedí de mi cuerpo y volví a casa para revisar mi vida tranquilamente. Entonces, desperté.

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