Anoche
soñé que era forense y me hacía la autopsia a mí mismo, es decir, que yo era el
doctor pero también el cadáver. Guiado por mi intuición decidí, no sé si
acertadamente o no, comenzar haciendo una incisión desde el cuello hasta el
ombligo, para introducir a continuación la mano por el gran corte. Pero en
lugar de órganos internos, encontré unas fotografías. Unas eran mi niñez, otras
de mi pubertad y juventud, bastantes de mi madurez y solo algunas de mi vejez;
unas de mis abuelos, de mis padres, de mis hermanas y sobrinos, de mis amigos, otras
muchas de mi esposa e hijas, varias de mis nietos. Volví a escarbar allí adentro
y extraje primero unos dibujos infantiles, luego unos manuscritos de la
adolescencia, también unos folios mecanografiados en los que se podían leer alguna
poesía y un montón de cuentos sin demasiado sentido, finalmente un puñado de recetas
médicas y prospectos de medicamentos. No satisfecho con todo eso, probé de
nuevo. Esa vez obtuve unas cuantas grabaciones musicales en diferentes
soportes: cintas de casette, vinilos, compact-discs y mp3’s. Sumergí aún más
profundamente la mano y logré capturar unas películas, tanto telefilms como
largometrajes, series e incluso grabaciones familiares; primero en video,
después en CD’s, DVD’s, Blu-Ray’s. Me estaba dando por vencido, ya que a mis
nulos conocimientos científicos se sumaba la inaudita falta de cualquier evidencia
fisiológica. En ese momento mi querido cadáver abrió los ojos y hablando
claramente me dijo: “Eres un maldito estúpido,
¿no entiendes que no importa cómo hayas muerto, que lo importante es cómo hayas
vivido? Te estoy ofreciendo pruebas de tu vida y tú te empeñas en seguir
buscando pruebas de tu muerte. Eres tonto, chaval”. Reflexioné sobre ese
reproche y entendí que era un reproche justo y razonable. Dejé de lado el
bisturí, tomé hilo y aguja y suturé la fisura como Dios me dio a entender. Tras
recoger todos mis recuerdos y meterlos en una bolsa, me despedí de mi cuerpo y volví
a casa para revisar mi vida tranquilamente. Entonces, desperté.
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