miércoles, 2 de septiembre de 2015
La espada de fuego
Soñé que galopaba
en un caballo fantasma
cruzando una densa niebla.
Armado con una espada de fuego
cortaba las cabezas
cercenaba brazos y piernas
atravesaba los corazones
de todos esos desalmados
que se solazan haciendo sufrir
aún más si cabe
a oprimidos y desahuciados.
Era el juez y el verdugo
enviado por Dios
-o por el Diablo-.
Todas las llanuras de este mundo
pronto se atestaron
de cuerpos mutilados
de cadáveres sangrantes
de hienas y buitres voraces.
Pero lo peor sobrevino
cuando de entre los liberados
surgieron nuevos tiranos
y tuve que volver a impartir justicia
una y otra vez
hasta que solo quedaron los niños.
Ojalá que esa pesadilla
no signifique nada.
Ojalá.
miércoles, 19 de agosto de 2015
Memorias
Ilustración de Lucian Stanculescu http://hypnothalamus.deviantart.com/
Querido diario,
Mañana pondré la
fecha, porque ahora mismo no sé si estamos a 12 de abril o a 15 de septiembre.
Esta mañana he
escuchado en la radio que en Timisoara, o en Filadelfia o en Shangai, ha habido
una explosión (o a lo mejor ha sido un terremoto o un huracán) y han muerto más
de 20 o de 100 personas. Una gran desgracia, vamos.
En la oficina ha
sido una mañana aburrida, como es habitual. Lo único notable es que me he
cabreado porque el jefe, Rodríguez, Gómez o Martínez, como se llame, qué más
da, el jefe, me ha pegado una pequeña bronca al haber olvidado informar el
expediente de CORCHOLIS Y CIA u otra empresa que empieza por CO y acaba en CIA.
Dice que siempre igual, que coma rabos de masa o de pasa, una chorrada de esas
ha dicho. Con la cantidad de faena que me endosa continuamente y el tocapelotas
quiere que lo tenga todo al día, a la hora y al minuto. Es un capullo, ese jefe
cuyo apellido acaba en -ez, como la hez. Ja, ja, ja, me ha salido un chiste.
Qué bueno.
Luego, cuando he
llegado a casa, mi mujer había preparado mi plato favorito, que ahora no me
acuerdo cuál es, pero prometo que estaba para chuparse los dedos. Mientras
comíamos me ha contado que el hijo de la vecina del quinto o del sexto, que se
llama Florencia o Felisa, había encontrado trabajo en una gasolinera de Teruel.
Aunque ahora ya no sé si me ha dicho eso o que se había quedado sin combustible
en Teruel, o que había abandonado a su perro en una estación de servicio en
Teruel. Bueno, para el caso lo mismo da, porque me importan un rábano el hijo de la vecina y su puñetera madre. Ya
se apañará. Aunque el perro que tenía era precioso. No sé si era caniche o
husky siberiano, pero bonito sí que era.
Por la tarde he
visto un partido de tenis en la tele. Jugaba Nadal contra un haitiano, sueco o argentino. Creo que al final ha
ganado Nadal, pero no estoy seguro.
Después he ido a
pasear con mi esposa; vaya manía que tiene de pararse a hablar con gente rara y
desconocida, les cuenta y le cuentan unos rollos... Y yo allí parado, como un
pasmarote, con esa sonrisa de circunstancias que mi mujer califica de
prefabricada, esperando que acaben de cotillear. Luego jura y perjura que son
personas que sí que conozco y además desde hace bastantes años, dice que no
sabe si es que me estoy volviendo idiota o me lo hago. Como si disfrutase yo
haciéndome el idiota, no te digo...
Hemos entrado en el
bar de la esquina y nos hemos tomado un refresco. Me tiene mosqueado el
camarero, no es la primera vez que me llama por mi nombre y de tú, como si hubiéramos
comido antes juntos. Tengo que vigilar a ese tío. No me fío de él ni un pelo.
De regreso a casa
he querido comprar el periódico y mi mujer no me ha dejado, sostenía que ya lo
había comprado esta mañana. Y era cierto, tenía razón, allí estaba, encima de
la mesa camilla. Lo he cogido y al leerlo he sentido una sensación de déjà
vu, como si ya conociese las noticias antes de echarles un vistazo.
Hemos cenado
pescado, pero no me preguntes qué clase, yo de pescado no entiendo mucho. Sé
que iba aderezado con una salsa o unas especias. Estaba sabroso, la verdad.
Para acabar, hemos
visto una película de intriga. Solo hace unos minutos que ha terminado. Del
título ni idea, es en inglés. El argumento, un lío tremendo porque el
protagonista, que parece bueno al principio, luego parece malo y vuelve a ser
bueno al final. Hay unos disparos y no sé si lo hieren o lo matan, a él o al
malo auténtico. De lo único que me acuerdo es que hay una chica que se desnuda
y que hace el amor con alguien en el establo de una granja, o puede ser que
fuera en los baños de un circo, ya te digo que es un lío de tres pares. Al
final me la ha querido explicar mi mujer, pero ha sido peor el remedio que la
enfermedad, ahora la entiendo aún menos. Podrían hacer unas películas más
comprensibles, jolines.
Y antes de
acostarme he venido a contártelo todo, querido diario, porque según mi mujer el
médico recomienda que escriba cada noche todo lo que me sucede durante el día,
que con eso y las pastillas -que la verdad sea dicha me están yendo muy bien-
recuperaré memoria y no me tendrán que operar de la próstata.
Mañana (si me
acuerdo) intentaré registrar el bolso de mi mujer, para averiguar su nombre. Cada vez que le llamo “cariño”, una palabra que siempre he odiado, siento
como si me pegasen un rodillazo en los testículos.
RSC
lunes, 27 de julio de 2015
Tarifas
Sonríe con ternura y luego le
espeta:
—¿Eres el tipo que ha preguntado a
mi compañera cuánto pido por tener sexo, tras asegurarle que mis tetas
convalidarían una carrera universitaria y dos máster?
—Afirmativo, muñeca. Puedes
llamarme Rick —contesta alegremente el calvo baboso con ojos de batracio.
La camarera coge su bandeja y le
asesta un golpe plano y seco en el cráneo. El sapo empieza a sangrar.
—Ese
es el precio por preguntar. Ni te imaginas mi tarifa por acostarme contigo,
cariño.
jueves, 23 de julio de 2015
En directo
Estoy
sentado al borde de un precipicio con las piernas colgando sobre el vacío. Desde
cierta distancia y utilizando un megáfono, el imbécil del sheriff intenta
convencerme de que permita acercarse a los de emergencias para acompañarme a
casa. Esos patanes ignoran que mi actual grado de demencia no contempla el
suicidio. Y tampoco lo saben los de las televisiones. Solo espero que, detrás
de la pantalla, Linda reconsidere mi invitación al baile del instituto.
domingo, 12 de julio de 2015
¿Sabe usted?
¿Dónde dice usted que vamos? ¿Al
Hilton? ¡Ah! Buen hotel debe ser ese, sí señor. No crea, que aunque soy de
Carabanchel y vivo allí, a mí lo que de verdad me habría gustado es ser
italiano y cantante de ópera, ¿sabe usted? Pero no un cantante cualquiera, un
tenor famoso, claro que sí. Tendría una villa en Capri y cuando no estuviera
viajando de aquí para allá en mi jet, dando recitales e interpretando a Verdi,
Rossini o Puccini (a mí es que los franceses y alemanes no me gustan, ¿sabe
usted?), me recluiría en mi mansión recibiendo amigos y practicando submarinismo
en una cala privada. Porque todo el mundo asegura que tengo una voz prodigiosa,
fíjese que hasta Puri, mi mujer, lo dice, aunque me haya prohibido cantar en
el taxi. Según ella, si me pilla un municipal entonando un do de pecho podría empapelarme
con una multa de órdago. Yo he repasado mil veces el código de circulación y no
he encontrado ningún artículo que lo ponga. Un día le he de preguntar a un
agente, a ver qué me cuenta. De todas formas la parienta es muy
estricta, y si se entera de que mezclo obligación y devoción es ella la que me
canta, pero las cuarenta en bastos, ¿sabe usted? Por eso me tengo que conformar
con escuchar cedés para repasar y aprenderme los solos más famosos de la lírica italiana. Igual no se lo cree usted, pero ya he memorizado por lo
menos siete arias. ¡Ah! ¡Qué lástima no ser italiano ni saber solfeo! Pero de
oído interpreto bien, se lo juro. Imagínese un cartel en la Scala de Milán o
en la Ópera de París: «Tosca. Con Renée Fleming y Luigi Marrone». Primero,
porque la Fleming además de cantar como los ángeles, es guapa, la condenada. Le
tiene un parecido a mi Puri, tanto que a veces le gasto bromas diciéndole
«venga, Renée, vamos a cantar un dueto», pero solo consigo que se mosquee conmigo
y me mande a freír espárragos, ¿sabe usted? Y luego, lo de Luigi Marrone es
porque yo me llamo Luis Castaño y en italiano Luis es Luigi y Castaño, Marrone,
¿a que ahora sí que lo entiende? Natural. Pues eso, imagínese a la Fleming y al
Marrone (un servidor) allí en el escenario, atacando esas excepcionales piezas
de Puccini. Éxito aclamador. Diez tandas de aplausos. Las mejores críticas. Ramos de rosas a punta de
pala. Entrevistas para todas las televisiones nacionales e internacionales. Una
locura. El despiporren. Últimamente mis hijos insisten en que estoy obsesionado
con esta «manía» (como lo llaman ellos), que me apunte al coro de la parroquia
o vaya a un psicólogo antes de que me vuelva majareta del todo; pero yo les
digo que me dejen en paz, que soñar es gratis y no hago daño a nadie. De
momento ningún vecino se ha quejado porque ensaye en casa, pues será porque no
lo hago tan mal ¿no cree usted? Yo les contesto que los únicos que necesitan un médico son ellos, que sí están pero que muy emparrados con el teléfono
móvil, el feisbuk, el tuiter y todas esas pamplinas de ahora, ¿sabe usted? Que
se dediquen a estudiar y no me den el coñazo. Y es que uno no tiene la culpa de
haber nacido en el lugar equivocado, a ver si hay suerte y es verdad eso de la
reencarnación y la próxima vez aparezco en el Piamonte, en Lombardía o en el
Véneto. Por cierto, ¿dónde me ha dicho usted que vamos? Ah, sí, al Hilton.
Perdone, es que se me ha ido el santo al cielo, estaba pensando en que me
habría gustado ser italiano y cantante de ópera, ¿sabe usted?
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