Sonríe con ternura y luego le
espeta:
—¿Eres el tipo que ha preguntado a
mi compañera cuánto pido por tener sexo, tras asegurarle que mis tetas
convalidarían una carrera universitaria y dos máster?
—Afirmativo, muñeca. Puedes
llamarme Rick —contesta alegremente el calvo baboso con ojos de batracio.
La camarera coge su bandeja y le
asesta un golpe plano y seco en el cráneo. El sapo empieza a sangrar.
—Ese
es el precio por preguntar. Ni te imaginas mi tarifa por acostarme contigo,
cariño.
Estoy necesito inspiración, entonces yo navegué el Internet y encontré tu blog. Leí su artículo, y wow realmente me inspiro en absoluto. Gracias por compartir esta información interesante como
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