Retrato de Iturrino
(1919) – Juan de Echevarría
No le salieron gratis.
Ni por generación espontánea. Fueron los golpes que sufrió los que labraron en
su cara esos tristes surcos. Después de perder un hijo en la guerra de Cuba y ver
fallecer a su mujer de tuberculosis, las lágrimas no derramadas dejaron unas indelebles estelas de dolor en el rostro de Iturrino. Por eso desde entonces es
incapaz de sonreír. Por eso, en lugar de
estar posando para un amigo pintor, preferiría estar muerto.
Nota: Micro creado a partir de la imagen sugerida por mi buen amigo Nicolás Jarque en su muro de Facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario