Shadow Days - Michael Ryan (www.500px.com)
Si bien mi mujer me engaña, no
debería reprochárselo. Multitud de veces le he dicho: "Nena, si se
presenta una oportunidad no la desaproveches, dale alegría a tu cuerpo, que tu
cuerpo es para darle alegría y cosas buenas, ¡ahhhhhhhhhhhhh, Macarena!"
Primero sospeché que la alegría se la proporcionaba un
vecino, la pareja de alguna de sus amigas, el cartero, incluso una de mis
amistades o su místico profesor de tai-chi. Al final, conseguí descubrir que solo
me es infiel con mi otro yo. Y eso sí que no. Ah, no. Por ahí no paso. Toleraría
que me pusiera los cuernos con alguien conocido o cognoscible, pero justamente
con alguien que -por mucho que me lo proponga- jamás llegaré a conocer, eso no
puedo consentirlo. De ninguna de las maneras. Aunque, si me paro a reflexionar,
a estas alturas dudo si culpar a mi esposa o a mi otro yo, el perfecto extraño que
se la beneficia a mis espaldas.
Mi mujer argumenta que no sabe nada, que debe ser
su otra ella la que se entiende a escondidas con mi otro yo. Un día de estos tenemos
que sentarnos a hablar los cuatro para ver si resolvemos, de una vez por todas,
este incómodo embrollo.
Brillante ida de olla, Rafa. Un abrazo
ResponderEliminarLa rayada de la semana, David. Un abrazo.
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