El agente estacionó su berlina en
la acera de enfrente. Interpretó como buen augurio ver ondear una pequeña
bandera nacional en la fachada de la casa. Cuando Dolores salió con sus tres
mocosos y arrancó el todoterreno con dirección al colegio y a su trabajo, Mark
se apeó y se dirigió a la vivienda. Un hombre entre treinta y cuarenta años
abrió la puerta.
-Buenos días.
-Buenos días. ¿Qué se le ofrece,
caballero?
-¿Es usted Reinaldo Fuentes?
-Efectivamente, diga usted.
-Me presentaré: mi nombre es Marcus
Calloway, delegado para asuntos espaciales de la Central de Inteligencia.
Encantado de conocerle –dijo, extendiendo su mano hacia la de su interlocutor y
estrechándola.
-¿De la CIA?
-Correcto. Delegado para asuntos
espaciales.
-¿Espaciales? –preguntó Reinaldo mientras
con un ademán ofrecía al visitante que entrase en su casa.
-Sí, señor. De hecho vengo en
nombre de la NASA.
-No comprendo. Tome asiento, por
favor.
-La NASA tiene un proyecto que por
el momento no puede hacerse público y ha pensado en solicitar su colaboración.
-¿No se estarán confundiendo? Debe
tratarse de un error.
-De ninguna de las maneras. Le
explicaré, aunque antes he de advertirle que todo lo que hablemos aquí y ahora
es absolutamente confidencial. La información que le proporcione no deberá
difundirla bajo ningún concepto hasta que, en su caso, se le autorice.
-Descuide, no contaré nada a nadie,
puede estar tranquilo. Prosiga, se lo ruego.
-La NASA, interesada en estudiar
las posibilidades de colonización de nuestro satélite, desea en 2015 plantar nabos
en la luna. Usted ostenta el récord Guiness por el cultivo documentado del nabo
más enorme de la historia. Necesitamos que forme parte de la expedición y
aplique sus técnicas agrarias.
-¡Están ustedes locos de remate!
-¿Disculpe?
-No pienso formar parte de ninguna
expedición espacial y acabo de decidir que tampoco compartiré con ustedes el
secreto de mis técnicas. Pero… ¿Cómo se les ocurre semejante estupidez? ¿No
piensan que con el extraordinario coste de ese proyecto podrían aliviar el
sufrimiento de muchos seres humanos aquí, en la Tierra?
-Señor Fuentes, comprenda que solo
soy el portavoz de la NASA y que el proyecto se llevará a cabo, salvo
imprevistos, con o sin su participación. Deseo que sea consciente de que autoridades
muy importantes, cuyos nombres no estoy autorizado a desvelar, estarían
entusiasmadas con su cooperación. Por otro lado, sus emolumentos alcanzarán las
seis cifras, factor para nada desdeñable. Tenemos también a varios
especialistas escribiendo ya su autobiografía, que estamos convencidos será el
best-seller de 2016 y será traducida y distribuida en todo el mundo; de los
derechos le cederemos un ochenta por ciento. Como posible título, ya se barajan
algunos: “El adorador de nabos”, “Nabogando por el espacio” o “Naboman en la
luna”. Por supuesto, también están las conferencias. Si acepta, ni su mujer ni
usted tendrían que trabajar durante el resto de sus vidas, llevarían una
vida lujosa y sus hijos podrían acceder a las más prestigiosas escuelas y
universidades.
-Me acaba de convencer de que son
todos ustedes unos completos tarados. Explique a esas misteriosas autoridades
que solo les ayudaré si regresan a mis padres de la tumba. Desplegaron sus
leyes hace años para expulsarlos de aquí por carecer de papeles, obligándoles a
volver a su país donde murieron casi en la indigencia. Puede empezar a ahorrar
saliva, agente, y poner en práctica un plan B ahora mismo. Si quiere, le
presento a mi amigo Norman Saliewski, también figura en el libro Guiness como
el propietario de la gallina que pone los huevos más grandes del Universo. Si le convence y lo llevan con ustedes, en la luna podrían merendarse unas buenas tortillas de nabo. Esta conversación ha terminado. Buenos días,
caballero.
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