Paco
está bien, pero que bien jodido. Apuesto a que este año no se come los
turrones. Mucho coñac y demasiado tabaco ha tragado ese esmirriado cuerpo, con
el que no comprendo cómo llegó a ser bombero. Y Olvido, la futura viuda, menuda
broma le gastaron sus padres eligiendo semejante nombre. El maldito alemán ha devorado
sus neuronas en una contrarreloj; hace solo dos meses era la reina de los chismes
y mírala ahora. Todo son calamidades en este submundo del stand-by. Los que
salen con los pies por delante proporcionan hueco a nuevos okupas en la estación
por la que solo pasa un tren canalla, al que nadie quiere subir. Bueno, nadie
menos Gregorio, que nos taladra sin piedad con su empeño en mudarse al otro
barrio. Aunque ya lo dicen: mala hierba, nunca muere. Ojalá aguante, el muy
pelma, porque aquí en la residencia cada vez hay menos personal que juegue decentemente
al dominó.
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