Cada
31 de octubre, cuando al atardecer sellan las puertas de la necrópolis, los
huesos de Paco emergen de la tumba arrastrando los harapos que aún no han sido
devorados por insectos o gusanos, y se lanza a la calle en busca de juerga. La
gente admira su aspecto, confundiéndolo con los demás mequetrefes
caracterizados para Halloween. Incluso hay quien le invita a una cerveza en
cualquier taberna, líquido que acaba chorreando entre los huecos del esqueleto
y formando un charco a sus pies. En más de una ocasión le han concedido el
premio al mejor disfraz, ignorando que en realidad es ese su auténtico aspecto.
Cansado de acarrear su osamenta y aguantar a tanto gilipollas, antes del alba
vuelve a trepar la valla del cementerio y se instala de nuevo en el sepulcro,
esperando que su familia se acuerde, esta vez sí, de honrar su memoria con
algunas flores.
viernes, 28 de octubre de 2016
viernes, 30 de septiembre de 2016
Eso verde
Busqué un sustitutivo
un sucedáneo o compatible
aunque no fuera de marca
en unos grandes almacenes
Pregunté en varias secciones
Juguetería Lencería
Parafarmacia Joyería
Electrónica claro
incluso en Menaje del Hogar
y en el Supermercado
Pero ni rastro
Solo ofrecían ilusiones
materiales
o placebos inútiles
Así es que indagué en Google
y en un foro especializado
sugerían probar en Objetos
Perdidos
Comentaban que alguna vez
alguien tuvo suerte
Así que me presenté allí
y le expliqué al funcionario
que la había extraviado
hacía varias semanas
Que era esponjosa y suave
esférica de 20 cm de diámetro
y verde verde muy verde
Me acompañó al almacén
de los objetos verdes
Mire aquí a ver
si por una de aquellas
va y la encuentra me dijo
Aquello era inmenso
Había muñecos de Hulk y Shrek
tréboles de tres y cuatro hojas
paraguas verdes
calcetines verdes
tangas verdes
mojitos aguacates manzanas
esmeraldas céspedes
cientos de trastos enmohecidos
mantis religiosas
elfos de Santa Claus
todo era verde allí dentro
Empecé a revolver nervioso
y a la media hora la encontré
agazapada en un rincón
Estaba escuálida y arrugada
la mitad de su tamaño
Parecía un moco grande
pero la tomé entre mis manos
y comprobé que pese a todo
su interior aún palpitaba
que no estaba muerta
Entonces entró
vestido cómo no de verde
el encargado de esa sala
y preguntó si era mía
Me aseguró que se alegraba
que había intentado alimentarla
con palabras amables y promesas
que se negó a digerir
Y antes de hacerme firmar unos
papeles
me obligó a jurarle
que la cuidaría como se merece
Tenga en cuenta
que lo último que se pierde
es la esperanza
No sea usted tan negligente
por el amor de Dios
lunes, 19 de septiembre de 2016
Las cajas
Claro,
alguno de ustedes se preguntará: «¿A qué santo me vacila una caja de cartón?». Bueno, eso si ha conseguido reponerse del
susto que le habrá producido que un ser como yo le dirija la palabra…
Pero
es que estoy hasta los mismísimos de que el primero que me vea piense: «Mira qué
bien, justo lo que yo necesitaba para guardar unos trastos o para enviar a mi
primo Paco tal o cual gilipollez». Y lo peor no es que lo piense, es que lo
haga. Y nos llenen de porquería las entrañas y después nos lleven de Herodes a
Pilatos o nos almacenen en un polvoriento desván.
Porque,
a ver si se enteran de una vez: que NO somos cajas, que hemos venido aquí a
conquistar su universo, señores. Y que aunque tengamos este aspecto,
superficialmente inofensivo, les garantizo que somos mortíferos; que poseemos y
utilizamos armas de destrucción masiva; que vamos a acabar con todos ustedes,
los humanos, en cuanto recibamos las oportunas órdenes de nuestro Presidente
galáctico en funciones (sí, ustedes no son los únicos, qué le vamos a hacer).
Y
es que ni por asomo se imaginan el enorme daño que las películas de alienígenas
nos han hecho a algunas civilizaciones extraterrestres. Aunque, pensándolo
bien, a lo mejor les han hecho más daño a ustedes, eso el tiempo lo dirá.
viernes, 9 de septiembre de 2016
Sin propósito de enmienda
Fotografía de Umberto Verdoliva
—Padre, confieso que he robado…
—¿Mucho, hijo mío?
—Mucho, mucho, muchísimo, padre
—Y ¿te has arrepentido de ello?
—Claro padre, además fui yo el que
pagó la sustitución de los bancos de la iglesia
—¡Acabáramos! Pues ya has cumplido la penitencia. Yo te
absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo.
—Estupendo. Amén y gracias, padre.
Hasta la legislatura que viene.
sábado, 11 de junio de 2016
Incompatibilidades
He de
confesar que la primera vez que aquello aconteció, nadie en la familia le dio
demasiada importancia; es más, la mayoría nos lo tomamos a guasa. Pero cuando a
las pocas semanas volvió a ocurrir, mi padre empezó a mirar mal a mi madre y
los demás discutimos mientras buscábamos una explicación sensata al extraño suceso.
Ahora estamos intentando acostumbrarnos a que mi hermano pequeño se transforme
en conejo las noches de luna llena. Aunque lo cierto es que cada vez nos resulta
más difícil contener las ganas de atacarlo y merendárnoslo siendo, como somos,
una manada de lobos.
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