jueves, 10 de diciembre de 2015

Todo este rollo




Mira hijo mío
déjame que te explique
de qué va
todo este rollo

Primero naces
y nos haces felices
muy felices
Te criamos
con los mejores productos
te mimamos
te consentimos
te compramos
los juguetes de moda
y cualquier idiotez
que se te antoje
Buscamos
un buen pediatra

Te inscribimos
en un buen colegio
Uno de esos
donde desde el principio
te adiestran
en conocer las reglas
en cumplir las reglas
en no intentar cambiarlas
en venerar a quienes las imponen
Donde desde el principio
te inculcan
que la vida es maravillosa
siempre que la vivas
con resignación
dentro del rebaño
obedeciendo al pastor
y a sus perros
Donde desde el principio
te venden la invisibilidad
como la mejor de las virtudes

Donde también te convencen
de que es fácil ganarse el cielo
aceptando las injusticias terrenales
de que las revoluciones
nunca fueron útiles ni convenientes
Donde te enseñan a recitar
buenos días
cómo está usted
encantado de conocerle
por favor
si fuese tan amable
buenas tardes
sí señor
muchas gracias
ha sido un placer
siempre a su servicio

Luego con suerte
ingresas en la universidad
donde das con gente
que intenta seducirte
de que no hay reglas
y si hay se cambian
o mejor se destruyen
Gente con mucha labia
que nunca mueve un dedo
para materializar
ni una sola
de sus propias consignas
Aprovechas entonces
para emborracharte con los amigos
para descubrir el sexo
quién sabe si también el amor
e incluso la muerte

Tal vez más tarde
encuentras un empleo
donde puedes practicar
eso que te enseñaron
eso de
buenos días
cómo está usted
encantado de conocerle
por favor
si fuese tan amable
buenas tardes
sí señor
muchas gracias
ha sido un placer
siempre a su servicio

Un empleo
que te sirve
para adquirir tu primer automóvil
Un empleo
en el recibes órdenes
más o menos estúpidas
de gente estúpida
a los que se denomina
superiores
aunque no te lleguen
a la suela del zapato

Después con algo de suerte
tú eres uno de esos
estúpidos superiores
que imparte
órdenes más o menos estúpidas
a gente inferior
a la que no llegas
ni a la suela de sus zapatos

Y seguramente
alguna vez
encuentras a alguien interesante
de una buena familia
que le crió
con los mejores productos
que le mimó
que le consintió
que le regaló idioteces
que tuvo un buen pediatra
que ingresó en un buen colegio
que le inculcó las mismas reglas
y los mismos dogmas
que con suerte fue a la universidad
y tiene un empleo
Y te unes a esa persona
compráis una vivienda
y os hipotecáis de por vida
pero gracias al cielo
tenéis un hijo
que os hace muy felices
al que criáis
con los mejores productos
al que mimáis
al que consentís
al que regaláis idioteces
al que buscáis un buen pediatra
y al que inscribís
en un buen colegio
que le inculque las misma reglas
y los mismos dogmas
etcétera
etcétera
etcétera

Pero hijo mío
fíjate lo que te digo
si algún día
te hartas de toda esa mierda
y quieres hacerla volar por los aires
recuerda
solo recuerda
que tengo una cerilla y una mecha
guardadas para ti

Sería una satisfacción infinita
poder ser tu cómplice


martes, 1 de diciembre de 2015

Despedida




Papá, necesito contártelo. Es la última oportunidad que tengo para confesar que no me alisté por compartir ese ridículo y enfermizo patriotismo tuyo. Me alisté por ti, papá. Para que te sintieras orgulloso de este mierdecilla, como te gustaba llamarme. Para que en la iglesia exhibieras tu pecho henchido, cada vez que el párroco me nombrase en sus plegarias. Para que los Warren y los Forsyth no siguieran perdiéndote el respeto.

Y cuando se celebre mi funeral y un chupatintas del Pentágono os entregue una condecoración, calificándome de «valiente» o incluso de «héroe», intenta disimular papá, ya que estoy literalmente CAGADO DE MIEDO, así, con mayúsculas. Dentro de unos minutos nos envían a una de esas misiones de las que nadie regresa vivo, porque los guerrilleros del Viet Cong saben aguardar pacientes en la profundidad de la selva para hacernos papilla en cuanto asomamos las narices.

Jamás debimos intervenir en esta maldita guerra, papá; sé que, antes o después, tú también acabarás convencido de ello.

Dile a mamá que la quiero, y que la criatura que Sally Olsen lleva en su vientre es nieto vuestro. Dadle un beso cuando nazca.

Hasta siempre,

Norman


sábado, 28 de noviembre de 2015

Billy




Me llamaba William Bonney, aunque también me conocían como Henry McCarty. Decían que era un criminal por haber acabado en Lincoln con el sheriff Brady, el malnacido que asesinó cobardemente a mi patrón en una emboscada. Los que me conocieron saben que no fui nada de eso, tan sólo un chico sencillo que en aquel instante pretendió hacer justicia, la misma justicia que un juez, sobornado por los poderosos rancheros de Santa Fe, evitó impartir. Mi madre me pidió hace siete años, antes de morir, que fuera un hombre equilibrado, que hiciera el bien y me alejase del mal. Y siempre lo intenté, juro por Dios que intenté ser sensato, mas esa voz martilleando mi cerebro suplicaba a gritos que, al contrario de lo que ordenan los santos evangelios, nunca pusiera la otra mejilla. Que luchase por lo que creía decente y no permitiera a nadie abusar de mí ni de los míos.

El juez Wallace fue otro traidor: primero me prometió indulgencia a cambio de testificar en unos procesos. Sin embargo, decretó después mi arresto. Me vi obligado a escapar para salvar el pellejo. Si luego me convertí en un vulgar cuatrero, únicamente ese desgraciado tuvo la culpa.

Pusieron precio a mi cabeza y necesité liquidar a varios tipos que imaginaban poder conseguir esa pasta sin ningún tipo de sufrimiento. Al final me capturaron y condenaron a muerte. Tuve mucha suerte al poder evadirme en vísperas de mi ejecución.

Hoy, 14 de julio de 1881, los pasquines y libelos de Nuevo México no publican más noticia que la de mi muerte a manos de Patrick Garrett, el sheriff que hace años fue amigo y después de mi última fuga, que costó la vida a dos de sus ayudantes, se obsesionó por atraparme. Se ha equivocado de persona y para no admitirlo sostendrá su mentira, aunque estoy seguro de que antes o después emprenderá de nuevo mi búsqueda. Lo lamento por el miserable al que harán pasar por mi cadáver, pero en el fondo siento que es un día maravilloso. Ha llegado el momento de cruzar la frontera de Texas y comenzar otra existencia bajo distinto nombre.

Hoy ha muerto Billy el Niño a la edad de 21 años. Todos deberíamos festejarlo. Yo, el primero.


domingo, 1 de noviembre de 2015

Rutina



Imagen de Daniele Gay (Italia) - http://d4n13l3.deviantart.com/


A la hora programada, se conectó el vídeo-despertador y se interrumpió el funcionamiento de las alarmas internas y externas. En techo y paredes se sucedían relajantes imágenes de una playa paradisíaca en ultra-plus-resolution. Mientras, de fondo, procedente del equipo con sonido envolvente 6-D y a un volumen que crecía de forma progresiva, sonaba una bellísima sinfonía de Bach. La parte superior de la cama se incorporó con suavidad hasta alcanzar el ángulo previsto de 22,5 grados y las persianas comenzaron a ascender, en completo silencio, a una velocidad constante de ocho centímetros por minuto. En la cocina, el androide puso en marcha la cafetera y la tostadora. El generador instalado en el garaje empezó a suministrar energía eléctrica al vehículo mega-inteligente allí estacionado. Cuando Luis entró al baño emitió una orden verbal y la ducha comenzó a suministrar agua a 30,2 grados centígrados; ni una décima más, ni una menos.

Tras su aseo personal, se introdujo en la cabina de diagnóstico para obtener un informe de sus constantes vitales, contaminación radiactiva incluida. Se vistió, chequeó el informe, desayunó, consultó la previsión meteorológica exacta para las siguientes seis horas, reprogramó el robot y los electrodomésticos y subió al autoplaneador, deseándose más suerte que los últimos cuatrocientos treinta y seis días. Aunque en todos los medios el Gobierno aseguraba por enésima vez que la tasa de paro seguía reduciéndose a un ritmo trepidante, la realidad es que él no había recibido ni una sola oferta de trabajo desde que se firmó un E.R.E. y perdió su puesto de ingeniero en Domotics Enterprise. A ver si hoy, por lo menos, en la Oficina de Empleo la cola no era tan larga como de costumbre.


NOTA: Este relato está incluido y forma parte de la revista
VALENCIA ESCRIBE de Noviembre-2015, disponible en


viernes, 30 de octubre de 2015

El cazador del cuento




A ese personaje secundario, al que según la leyenda la malvada madrastra encargó que matase a Blancanieves y le llevase su corazón en un cofrecillo como prueba del crimen, mucha gente ha llegado a santificarlo. Pero no. Ya está bien. Es hora de contar la verdad, de acabar con los fraudulentos mitos de los cuentos infantiles. Ese tipo era un auténtico granuja, un psicópata, además de un incompetente supino.

Lo que sucedió en realidad es que Blancanieves no era tan palurda como la pintan, y se olió la tostada. Sabía que aquel malcarado individuo, con barba de varios días y una pestuza a sudor que no se podía aguantar, no le acompañaba precisamente para coger florecillas silvestres. Que lo más probable era que tramase violarla, venderla como esclava sexual, matarla y vender sus órganos (todos menos el corazón, pero eso ella no lo sospechaba). Como consecuencia, en un momento dado la princesa le despistó diciendo que a través de la espesura del bosque acababa de ver un jabalí; el idiota se lo tragó y fue a buscarlo. Hay que tener en cuenta que en aquella época, en la que aún no existía la Organización Mundial de la Salud, un jabalí era un jabalí y el hombre, que iba de sobrado por el encargo que le había hecho la reina, sin saber que había sido elegido por descarte, casi, casi como plan Z, pensó que podía cazar al puerco y luego beneficiarse a la doncella. Pero cuando volvió, ésta ya había desaparecido.

El muy inútil tuvo sin embargo la enorme suerte de que pasara por allí, en ese momento, el octavo enano, el enano pedante, un capullo insufrible que como de costumbre se había escaqueado de su trabajo en la mina y empezó a vacilar con supuestos conocimientos cinegéticos. Mientras el enano soltaba el rollo, el cazador sacó un puñal y le rebanó el pescuezo. Luego extrajo su corazón y se lo llevó a la reina, asegurando que era el de Blancanieves.

Ya conocéis la verdadera historia. El cazador no era ningún bendito, era un maníaco sexual y un homicida (enanicida/pedanticida, para ser rigurosos). Así es que, la próxima vez que queráis poner una medalla a alguien, informaos bien o preguntadme antes.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Poetasesino


Fotografía de Daniel Nahabedian (Francia)
http://eloren.deviantart.com/


Me encantaría parir
versos caníbales
Estrofas salvajes
que una vez escritas
se devorasen
y desapareciesen
El problema estriba
en que siempre habría
una superviviente
sin conciencia kamikaze
a la que no me quedaría
otro remedio que liquidar
Voy a ir practicando

lunes, 12 de octubre de 2015

God bless Argamasilla



Ayer soñé que despertaba en una lujosa habitación. Llevaba puesto un pijama que ya había visto antes en el Carrefour, fabricado en China con una tela imitación de seda, repleta de barras y estrellas. Al incorporarme debieron activarse unos sensores de movimiento porque sonaron unos pitidos y de súbito apareció un tipo engominado que decía ser mi ayuda de cámara, informándome de que enseguida me servirían el desayuno porque en menos de una hora debía embarcar en el Air Force One para desplazarme a un país árabe, para abordar en una cumbre no sé qué crisis internacional. El individuo aquel, que era negro como yo (¡jcoño, no era grasa!), no quiso creer que había un error, que yo no era el puñetero presidente de los Estados Unidos de América, que sólo era Pepe Sánchez, uno de los operarios del taller de mecánica, chapa y pintura “NIKELAO”, en Argamasilla del Ebro. El tío plasta empezó a meterme prisa; que si tiene que desayunar, que si tiene que asearse, que si ha de vestirse y revisar unos papeles. Un tocapelotas de primera. Bañado todo con un café deprimente, tuve que zamparme a contrarreloj el beicon, los huevos y las tortitas untadas de una horrible manteca de cacahuete que no debe gustar ni a los monos más hambrientos. Ya en el baño, vi que había adelgazado unos cuarenta kilos, pero no acababa de gustarme ese nuevo aspecto. Sí, probablemente era más joven y atractivo que antes, pero es que yo nunca le hecho asco a mis michelines ni a mi papada, que lo mío me ha costado conseguirlos y bien que le gustan a mi Manola. Una vez limpio y perfumado, el auxiliar, que por lo visto se llamaba H. Murray (por lo menos eso ponía en la placa que llevaba sobre el pecho), me dio a elegir entre un traje gris o uno negro. Lo prefiero blanco, le dije, más que nada por joder y para resarcirme de lo de la manteca de cacahuete. Eso es imposible, dijo Murray. Puse cara de mala leche y dije pues que sea blanco y además smoking y con pajarita, me cago en tus muertos. Lo dije por joder y por la manteca, pero también porque en mi vida me he puesto un smoking y mira por donde, en ese momento me apetecía, la verdad. Murray se arrodilló delante de mí y se puso pálido, comenzó a sollozar y a implorarme que no insistiera, que ese no era el atuendo que el protocolo exigía. Pues me cago en tus muertos y además en ese maldito protocolo. El ayuda de cámara desenfundó un walkie talkie y dijo algo así como Defcon 4, el presidente se ha vuelto loco. Entraron dos gorilas con gafas oscuras, a los que parecía les iban a reventar las chaquetas por usar dos tallas menos. Me inmovilizaron asiéndome cada uno de un brazo y a través de sus interfonos me pareció que solicitaban instrucciones. A los pocos segundos surgió a través de la puerta un pitecantropus erectus vestido de militar y lleno de galones, insignias y condecoraciones. Tenía pinta de no haber acabado la enseñanza básica obligatoria y además bizqueaba. Señor presidente, me dijo, al gobierno le gustaría que colaborase y no complicara más las cosas, sé que se siente nervioso porque estamos al borde de la tercera guerra mundial, pero su actitud no ayuda para nada. Tómese esta pastillita, si es tan amable. La pastilla se la va a tomar tu puta madre, contesté. Entonces, no sé quién ni cómo, me inyectó alguna droga, dejándome inconsciente en el acto.


Me volví a despertar, pero esta vez iba en un avión, vestido con un traje oscuro y medio agilipollado. Como si me hubiese soplado una botella de aguardiente. Casi todo me daba vueltas. Enfrente tenía a un gafapasta sosteniendo una ristra de papeles. Tiene que leerse este informe en solo veinte minutos, señor presidente. Mira, chico, ahora no tengo el cuerpo para lecturas, cuéntamelo rápido y abreviando. El chaval empezó diciendo no se qué de Chechenia, algo sobre Rusia y Afganistán y nombró a Corea del Norte. Pero no me quedé con la copla de nada, la explicación fue demasiado rápida y me encontraba muy aturdido. En su discurso, lo que usted debe hacer es apoyar las acciones de nuestros aliados, ¿comprende? Y explicar que Estados Unidos jamás firmará pactos de desarme con ninguna potencia virtualmente peligrosa. Oye, chico, pareces espabilado, pero te han comido el tarro, ¿no? ¿A qué se refiere, señor? Pues que, cojones, toda la gente en todas partes quiere la paz y lo único que hacemos continuamente los políticos es tocarles los huevos. En ese discurso lo único que voy a proponer es formar una mesa mundial por la paz, a la que estarán invitados los aliados y los no aliados, los potencialmente peligrosos y los realmente peligrosos, como nosotros. Voy a proponer que el dineral que entre todos nos gastamos en defensa y armamento se emplee en montar empresas decentes en países deprimidos, en llevar agua y comida donde la necesitan y ¿por qué no? en intentar salvar este planeta de toda la mierda que le estamos soltando. Pero señor, ¡no puede hacer eso! ¡Estará traicionando a su país! ¡Pues que se joda mi país! Es lo que me apetece, eso y volver a Argamasilla del Ebro con mi santa esposa. ¿Argamasilla? ¿Usted es de Argamasilla del Ebro? ¿Conoce a la Felisa, de la familia de los Cariocos? ¿Pues no la voy a conocer, desgraciao? ¡Si es mi prima, recontraconjones! Soy José Sánchez, el mecánico. ¡Madre mía, qué casualidad! ¡Si es usted mi tío Pepe! Algo aún recuerdo, que yo era muy chico entonces. Pues yo soy Eustaquio, sobrino de la Felisa, el hijo de su hermano Florencio. ¡Acabáramos, Eustaquín! Pues no hace años que tu padre se piró a América… ¿Y qué cuernos haces tú aquí, asesorando al presidente? Pues mire, que mi padre se hizo íntimo amigo de un concejal de Chicago, que a su vez es como si fuera hermano del Presidente, y aquí que me enchufaron. ¡Qué suerte tienes, Eustaquín, bandido! ¿Y usted qué hace aquí, con esa pinta y tan lejos del pueblo? Pues ¿qué voy a hacer, hijo? Que estoy soñando y mira por donde me ha dado por imaginarme que soy el presidente de los yanquis y me encuentro contigo en este avión tan majo. ¡Hombre, pues haberlo dicho usted antes! Mire, tío, yo lo que no quiero es amargarle el sueño, diga en la conferencia lo que se le antoje, faltaría más. Aunque no le extrañe que cuando acabe la cumbre sea usted víctima de un atentado, ya puede imaginar cómo se gastan aquí según qué cosas... Mira, Eustaquín, que se lo tomen como quieran, tú ahora la boca cerrada para que no entren moscas. Una vez que tengo la oportunidad de arreglar el mundo aunque sea de mentiras, no la voy a desaprovechar. Pues mucha suerte tío, y si vuelve por aquí alguna vez, no deje de visitarme. Y por favor, cuando esté de vuelta dé recuerdos a la tía Felisa y al resto de la familia. Lo haré, muchacho, lo haré. Oye, ahora a ver, ¿dónde están los servicios?, es que me estoy meando encima…

sábado, 3 de octubre de 2015

El timo



Me dejé estafar. En el anuncio decían que con aquellas gafas tan baratas vería con claridad el interior de la gente, pero era una burda mentira. No solo la seguía viendo vestida, sino que detectaba (a través del veloz aunque perceptible movimiento de sus neuronas) cuál era su pensamiento. Como el de aquel policía municipal, que al lado de la puerta de su propia casa multaba un coche bien aparcado, solo porque era propiedad del amante de su mujer, a la que se estaría beneficiando en aquel preciso momento. Como el de la camarera del bar, maldiciendo al cliente que solo había dejado unos céntimos de propina cuando su sueldo no alcanzaba para alimentar a su numerosa prole. Como el del ejecutivo del maletín, que caminaba acobardado por la abultada suma de dinero contante y sonante que transportaba. Como el de la rubia del escote que me crucé mirándome de soslayo, tachándome de viejo sátiro. Como el de mi imagen en el espejo, que repite una y otra vez «Eres un fracasado de mierda»


sábado, 19 de septiembre de 2015

Celebración


Fotografía de Eva Swensen      https://www.flickr.com/photos/evaswensen/


Arrastrando sus pies
el anciano
se acerca
todos los lunes
sin falta
a la administración
de lotería
donde comprueba
in situ
que todo
permanece
armónicamente igual
Donde celebra
que ha vuelto
a ganar
una semana
más a la vida
Por eso
sonríe dichoso
aunque no le haya tocado nada
ni siquiera el maldito reintegro


sábado, 5 de septiembre de 2015

Crac






                          El mundo hace crac
mientras ves la televisión
mientras sacas brillo al coche
mientras pagas tus impuestos
mientras te matas en el gimnasio
mientras olvidas las llaves
                           El mundo hace crac
mientras compras en el súper
mientras recoges la caca del perro
mientras mandas un wasap
mientras miras por la ventana
mientras alcanzas el orgasmo
                          El mundo hace crac
mientras te tuestas en la playa
mientras riñes a tus hijos
mientras lees un libro
mientras te despachas una paella
mientras das el pésame a alguien
                          El mundo hace crac
mientras esperas al médico
mientras lavas los platos
mientras cantas gol
mientras pones el despertador
mientras te tomas una cerveza
                          El mundo hace crac
mientras preparas un informe
mientras juegas a la lotería
mientras asistes a un concierto
mientras pisas un charco
mientras cagas
                         El mundo hace catacrac
Y tú ahí
tan tranquilo/a


miércoles, 2 de septiembre de 2015

La espada de fuego




Soñé que galopaba
en un caballo fantasma
cruzando una densa niebla.
Armado con una espada de fuego
cortaba las cabezas
cercenaba brazos y piernas
atravesaba los corazones
de todos esos desalmados
que se solazan haciendo sufrir
aún más si cabe
a oprimidos y desahuciados.
Era el juez y el verdugo
enviado por Dios
-o por el Diablo-.
Todas las llanuras de este mundo
pronto se atestaron
de cuerpos mutilados
de cadáveres sangrantes
de hienas y buitres voraces.
Pero lo peor sobrevino
cuando de entre los liberados
surgieron nuevos tiranos
y tuve que volver a impartir justicia
una y otra vez
hasta que solo quedaron los niños.
Ojalá que esa pesadilla
no signifique nada.
Ojalá.



miércoles, 19 de agosto de 2015

Memorias



Ilustración de Lucian Stanculescu  http://hypnothalamus.deviantart.com/



Querido diario,

Mañana pondré la fecha, porque ahora mismo no sé si estamos a 12 de abril o a 15 de septiembre.

Esta mañana he escuchado en la radio que en Timisoara, o en Filadelfia o en Shangai, ha habido una explosión (o a lo mejor ha sido un terremoto o un huracán) y han muerto más de 20 o de 100 personas. Una gran desgracia, vamos.

En la oficina ha sido una mañana aburrida, como es habitual. Lo único notable es que me he cabreado porque el jefe, Rodríguez, Gómez o Martínez, como se llame, qué más da, el jefe, me ha pegado una pequeña bronca al haber olvidado informar el expediente de CORCHOLIS Y CIA u otra empresa que empieza por CO y acaba en CIA. Dice que siempre igual, que coma rabos de masa o de pasa, una chorrada de esas ha dicho. Con la cantidad de faena que me endosa continuamente y el tocapelotas quiere que lo tenga todo al día, a la hora y al minuto. Es un capullo, ese jefe cuyo apellido acaba en -ez, como la hez. Ja, ja, ja, me ha salido un chiste. Qué bueno.

Luego, cuando he llegado a casa, mi mujer había preparado mi plato favorito, que ahora no me acuerdo cuál es, pero prometo que estaba para chuparse los dedos. Mientras comíamos me ha contado que el hijo de la vecina del quinto o del sexto, que se llama Florencia o Felisa, había encontrado trabajo en una gasolinera de Teruel. Aunque ahora ya no sé si me ha dicho eso o que se había quedado sin combustible en Teruel, o que había abandonado a su perro en una estación de servicio en Teruel. Bueno, para el caso lo mismo da, porque me importan un rábano el hijo de la vecina y su puñetera madre. Ya se apañará. Aunque el perro que tenía era precioso. No sé si era caniche o husky siberiano, pero bonito sí que era.

Por la tarde he visto un partido de tenis en la tele. Jugaba Nadal contra un haitiano,  sueco o argentino. Creo que al final ha ganado Nadal, pero no estoy seguro.

Después he ido a pasear con mi esposa; vaya manía que tiene de pararse a hablar con gente rara y desconocida, les cuenta y le cuentan unos rollos... Y yo allí parado, como un pasmarote, con esa sonrisa de circunstancias que mi mujer califica de prefabricada, esperando que acaben de cotillear. Luego jura y perjura que son personas que sí que conozco y además desde hace bastantes años, dice que no sabe si es que me estoy volviendo idiota o me lo hago. Como si disfrutase yo haciéndome el idiota, no te digo...

Hemos entrado en el bar de la esquina y nos hemos tomado un refresco. Me tiene mosqueado el camarero, no es la primera vez que me llama por mi nombre y de tú, como si hubiéramos comido antes juntos. Tengo que vigilar a ese tío. No me fío de él ni un pelo.

De regreso a casa he querido comprar el periódico y mi mujer no me ha dejado, sostenía que ya lo había comprado esta mañana. Y era cierto, tenía razón, allí estaba, encima de la mesa camilla. Lo he cogido y al leerlo he sentido una sensación de déjà vu, como si ya conociese las noticias antes de echarles un vistazo.

Hemos cenado pescado, pero no me preguntes qué clase, yo de pescado no entiendo mucho. Sé que iba aderezado con una salsa o unas especias. Estaba sabroso, la verdad.

Para acabar, hemos visto una película de intriga. Solo hace unos minutos que ha terminado. Del título ni idea, es en inglés. El argumento, un lío tremendo porque el protagonista, que parece bueno al principio, luego parece malo y vuelve a ser bueno al final. Hay unos disparos y no sé si lo hieren o lo matan, a él o al malo auténtico. De lo único que me acuerdo es que hay una chica que se desnuda y que hace el amor con alguien en el establo de una granja, o puede ser que fuera en los baños de un circo, ya te digo que es un lío de tres pares. Al final me la ha querido explicar mi mujer, pero ha sido peor el remedio que la enfermedad, ahora la entiendo aún menos. Podrían hacer unas películas más comprensibles, jolines.

Y antes de acostarme he venido a contártelo todo, querido diario, porque según mi mujer el médico recomienda que escriba cada noche todo lo que me sucede durante el día, que con eso y las pastillas -que la verdad sea dicha me están yendo muy bien- recuperaré memoria y no me tendrán que operar de la próstata.

Mañana (si me acuerdo) intentaré registrar el bolso de mi mujer, para averiguar su nombre. Cada vez que le llamo “cariño”, una palabra que siempre he odiado, siento como si me pegasen un rodillazo en los testículos.

RSC

lunes, 27 de julio de 2015

Tarifas





Sonríe con ternura y luego le espeta:
—¿Eres el tipo que ha preguntado a mi compañera cuánto pido por tener sexo, tras asegurarle que mis tetas convalidarían una carrera universitaria y dos máster?
—Afirmativo, muñeca. Puedes llamarme Rick —contesta alegremente el calvo baboso con ojos de batracio.
La camarera coge su bandeja y le asesta un golpe plano y seco en el cráneo. El sapo empieza a sangrar.
—Ese es el precio por preguntar. Ni te imaginas mi tarifa por acostarme contigo, cariño.


jueves, 23 de julio de 2015

En directo





Estoy sentado al borde de un precipicio con las piernas colgando sobre el vacío. Desde cierta distancia y utilizando un megáfono, el imbécil del sheriff intenta convencerme de que permita acercarse a los de emergencias para acompañarme a casa. Esos patanes ignoran que mi actual grado de demencia no contempla el suicidio. Y tampoco lo saben los de las televisiones. Solo espero que, detrás de la pantalla, Linda reconsidere mi invitación al baile del instituto.

domingo, 12 de julio de 2015

¿Sabe usted?




¿Dónde dice usted que vamos? ¿Al Hilton? ¡Ah! Buen hotel debe ser ese, sí señor. No crea, que aunque soy de Carabanchel y vivo allí, a mí lo que de verdad me habría gustado es ser italiano y cantante de ópera, ¿sabe usted? Pero no un cantante cualquiera, un tenor famoso, claro que sí. Tendría una villa en Capri y cuando no estuviera viajando de aquí para allá en mi jet, dando recitales e interpretando a Verdi, Rossini o Puccini (a mí es que los franceses y alemanes no me gustan, ¿sabe usted?), me recluiría en mi mansión recibiendo amigos y practicando submarinismo en una cala privada. Porque todo el mundo asegura que tengo una voz prodigiosa, fíjese que hasta Puri, mi mujer, lo dice, aunque me haya prohibido cantar en el taxi. Según ella, si me pilla un municipal entonando un do de pecho podría empapelarme con una multa de órdago. Yo he repasado mil veces el código de circulación y no he encontrado ningún artículo que lo ponga. Un día le he de preguntar a un agente, a ver qué me cuenta. De todas formas la parienta es muy estricta, y si se entera de que mezclo obligación y devoción es ella la que me canta, pero las cuarenta en bastos, ¿sabe usted? Por eso me tengo que conformar con escuchar cedés para repasar y aprenderme los solos más famosos de la lírica italiana. Igual no se lo cree usted, pero ya he memorizado por lo menos siete arias. ¡Ah! ¡Qué lástima no ser italiano ni saber solfeo! Pero de oído interpreto bien, se lo juro. Imagínese un cartel en la Scala de Milán o en la Ópera de París: «Tosca. Con Renée Fleming y Luigi Marrone». Primero, porque la Fleming además de cantar como los ángeles, es guapa, la condenada. Le tiene un parecido a mi Puri, tanto que a veces le gasto bromas diciéndole «venga, Renée, vamos a cantar un dueto», pero solo consigo que se mosquee conmigo y me mande a freír espárragos, ¿sabe usted? Y luego, lo de Luigi Marrone es porque yo me llamo Luis Castaño y en italiano Luis es Luigi y Castaño, Marrone, ¿a que ahora sí que lo entiende? Natural. Pues eso, imagínese a la Fleming y al Marrone (un servidor) allí en el escenario, atacando esas excepcionales piezas de Puccini. Éxito aclamador. Diez tandas de aplausos. Las mejores críticas. Ramos de rosas a punta de pala. Entrevistas para todas las televisiones nacionales e internacionales. Una locura. El despiporren. Últimamente mis hijos insisten en que estoy obsesionado con esta «manía» (como lo llaman ellos), que me apunte al coro de la parroquia o vaya a un psicólogo antes de que me vuelva majareta del todo; pero yo les digo que me dejen en paz, que soñar es gratis y no hago daño a nadie. De momento ningún vecino se ha quejado porque ensaye en casa, pues será porque no lo hago tan mal ¿no cree usted? Yo les contesto que los únicos que necesitan un médico son ellos, que sí están pero que muy emparrados con el teléfono móvil, el feisbuk, el tuiter y todas esas pamplinas de ahora, ¿sabe usted? Que se dediquen a estudiar y no me den el coñazo. Y es que uno no tiene la culpa de haber nacido en el lugar equivocado, a ver si hay suerte y es verdad eso de la reencarnación y la próxima vez aparezco en el Piamonte, en Lombardía o en el Véneto. Por cierto, ¿dónde me ha dicho usted que vamos? Ah, sí, al Hilton. Perdone, es que se me ha ido el santo al cielo, estaba pensando en que me habría gustado ser italiano y cantante de ópera, ¿sabe usted?


sábado, 11 de julio de 2015

Arrugas



Retrato de Iturrino (1919) – Juan de Echevarría



No le salieron gratis. Ni por generación espontánea. Fueron los golpes que sufrió los que labraron en su cara esos tristes surcos. Después de perder un hijo en la guerra de Cuba y ver fallecer a su mujer de tuberculosis, las lágrimas no derramadas dejaron unas indelebles estelas de dolor en el rostro de Iturrino. Por eso desde entonces es incapaz de  sonreír. Por eso, en lugar de estar posando para un amigo pintor, preferiría estar muerto.


Nota: Micro creado a partir de la imagen sugerida por mi buen amigo Nicolás Jarque en su muro de Facebook.



viernes, 10 de julio de 2015

Disfraces



Sheep's clothing - Steffi Au (Alemania)  http://gloeckchen.deviantart.com/



La oveja se disfrazó de loba y el lobo de cordero. Su cita a ciegas no pudo comenzar mejor, se enamoraron a primera vista.


miércoles, 8 de julio de 2015

MANUAL DEL BUEN MAFIOSO: Cobrar las deudas



Mafia - Thierry (Francia)   http://seandelpack.deviantart.com/


Entre otras cosas, ya explicamos en un anterior capítulo cómo realizar un eficaz análisis coste-beneficio que nos ayude a decidir si podemos prestar dinero a alguien. Ahora intentaremos saber cómo cobrar a los morosillos que irremediablemente se cruzarán en nuestro camino. Aunque parece de Perogrullo, la verdad es que antes de liquidar a un deudor engorroso, deberíamos procurar por todos los medios a nuestro alcance recuperar esa inversión, o la mayor parte de la misma.

Nos sorprendería conocer la cantidad de gente retrasada que sigue empleando el inútil método de la amenaza o el ultimátum («o pagas o te mato»). Este procedimiento está caduco; lo único que consigues es que el tipo ponga pies en polvorosa, huya a la otra punta del mundo, cambie su identidad, se haga la cirugía y no vuelvas a verle el pelo durante el resto de tu existencia.

Sería largo y fatigoso detallar todos los sistemas que a lo largo de la historia de la Cosa Nostra se han venido utilizando para resolver el problema. En este manual solo nos centraremos en describir, lo más esquemáticamente posible, la fórmula que mejores resultados depara en la práctica a tenor de las comprobaciones empíricas y encuestas realizadas en nuestro ámbito. Un método que no tiene una denominación específica, pero al que apetece bautizar como el «método civilizado».

Bien, ya insistimos hasta la saciedad en el apartado dedicado a la usura que a los acreditados hay que tenerlos localizados permanentemente; volvemos a incidir ahora en la necesidad de disponer de una ficha completa, no solo con sus datos (teléfonos, direcciones, costumbres, descripción física y fotografías), sino también con los de sus familiares y conocidos. Porque lo primero que hará un moroso es intentar esconderse y no contestar a nuestras llamadas. Por eso la información es esencial. Imprescindible. Nuestras fichas son como las redes de los pescadores: sin red, olvídate de las sardinas, muchacho.

Empleando dicha información, antes o después, con la colaboración más o menos amistosa de ciertos contactos, conseguiremos comunicarnos con el moroso. En esa primera aproximación es fundamental que le presentemos nuestros respetos y preguntemos por su familia, en un tono que en absoluto pueda interpretarse conminatorio. Pasaremos luego a recordarles con sumo tacto la obligación que tienen de devolvernos lo que es nuestro, con los intereses correspondientes, señalando siempre que nos ponemos en su lugar y comprendemos la dificultad que supone reunir en un corto plazo toda esa pasta. Intentaremos persuadirle de que hemos elaborado un calendario especial de pagos que puede satisfacer a ambas partes, pero que ello exige una reunión para sellar por escrito los pactos que alcancemos. Evitemos las manidas frases cinematográficas «es una oferta que no podrás rechazar» y otras por el estilo, que solo contribuirían a menoscabar la confianza de nuestro cliente y abortar ese fundamental encuentro. Invítale a que acuda con un amigo si así lo prefiere. Algunos de estos morosos son extremadamente suspicaces y prefieren ir siempre acompañados. Adviértele que en lugar de armas lleve una tarta de manzana, que será una conferencia amistosa regada con unos cuantos whiskies de malta. Una vez convencido, dile que le enviarás un taxi a su casa la noche siguiente, pues tus numerosos compromisos te impiden arrebatar otros momentos al día para ese tipo de asuntos.

Hasta aquí hemos tratado la vertiente psicológica, la primera parte de un sistema que, según los estudios realizados, se ha mostrado provechoso en el 83 por cien de las oportunidades. Ahora pasemos al plan en sí.

El taxi ha de ser puntual. Si un adelanto sobre el horario acordado podría interpretarse como una señal de flaqueza por nuestra parte, cualquier innecesario retraso inquietaría al deudor, tentándole a desaparecer transcurridos varios minutos. Es imprescindible que sea un taxi auténtico, pero el conductor no debe ser italoamericano para no levantar sospechas. Es importante que, en sitios visibles, figuren una estampa de San Sebastián, una cinta ancha en la que se pueda leer «Arrepiéntete de tus pecados» y si es posible, también el símbolo universal de paz y amor. Este atrezo es variable, pero, en cualquier caso, su conjunto ha de sugerir emociones adversas, de forma que el pasajero emplee el trayecto en meditar sobre su pasado pero, ante todo, sobre su futuro.

El taxi se detendrá a las afueras de la ciudad, en un local industrial abandonado en cuyo exterior solo será visible un anticuado y polvoriento vehículo particular. En el interior, bajo la iluminación de una débil bombilla, estarás tú esperando, sentado ante una miserable mesa y dos destartaladas sillas: una para el moroso y otra para el posible acompañante. No sería aconsejable que experimenten comodidad durante la entrevista. Sobre la mesa, unos papeles, una pluma, una botella de bourbon y tres vasos. A tu lado, un hombre de confianza, de  dimensiones extraordinarias, que saldrá hasta la entrada para verificar que el visitante no haya cometido la imprudencia de acudir armado. Una vez permitido el acceso, te levantarás saludándole y pidiéndole disculpas por recibirle en un lugar tan apartado y poco acogedor; cualquier excusa es válida (están reformando tu despacho, por ejemplo). Le invitarás a sentarse y le servirás un trago. Si trae la tarta de manzana u otros dulces, no tengas reparos en dar buena cuenta de ellos. Ni ese tipo ni nadie en sus cabales osaría ofrecerte algo envenenado si pretende salir con vida de la reunión.

Acto seguido, vuelve a interesarte por el estado de salud de sus familiares más cercanos, llamándolos por el nombre de pila aunque no sepas la cara que tienen. Intenta intercalar pormenores de la información disponible (a qué colegio van sus hijos, en qué empresa trabaja su hermano…) para que el moroso tome conciencia de que le tienes cogido por los huevos, de que si no paga algún ser querido podría salir perjudicado de una forma u otra. Después le explicas que los negocios son los negocios, que tú también tuviste contratiempos en el pasado pero con buena voluntad y cierta dosis de iniciativa los superaste para llegar hasta donde ahora estás. Intenta que ese hombre no abra demasiado la boca, no te va a interesar nada de lo que diga; sin capacidad económica, su táctica se limitará a ablandarte el corazón en la medida que su labia se lo permita. Exponle que has reconsiderado el calendario de pagos que le comentabas y que deberá apoquinar antes de una semana. En ese instante pueden ocurrir dos cosas, el tipo es un blandengue y se pone a llorar como una patética nenaza, o se levanta irascible y comienza a gritar. Independientemente de cuál sea su reacción, de las sombras han de aparecer en ese instante unos colegas que lo sujeten tanto a él como a su acompañante (si es el caso). Le das a elegir entre una oreja y el dedo meñique de una mano, aunque te adelanto que el 98 por cien prefiere conservar su pabellón auricular. Dile que es un peaje que ha de pagar por haber vulnerado las reglas de un contrato verbal e insiste en que, bajo tu opinión, es un peaje demasiado barato, tal vez ridículo.

Ten a mano un médico que cauterice y cure «in situ» las heridas producidas, no conviene que nadie salga más dañado de lo necesario. Considera que se trata solo de una admonición, no de un auténtico castigo. Sírvele otra copa, ofrécele su dedo en un frasco de formol y luego devuélvelo en el taxi a su casa, pero adviértele con amabilidad antes de irse de que el dinero, contante y sonante, debe obrar en tu poder antes de una semana. Evita amenazas innecesarias, a menos que ese individuo sea un tarado de remate habrá entendido hasta dónde eres capaz de llegar y seguro que sus conclusiones no le gustan nada de nada.

Como decía, este método es altamente efectivo. Lo garantizo. De hecho, tengo un taxi abajo esperando para llevarme a la guarida de Carlo Falconeti. ¡Malditas apuestas! Creo que le gustarán las napolitanas de crema. Espero esta vez poder contener el llanto y, como ya no me quedan meñiques en las manos, elegiré la oreja izquierda, es mi perfil malo.