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domingo, 29 de diciembre de 2013

Las semanas de nuestras vidas




Los lunes son un auténtico incordio,
                Como el picotazo de una avispa en los testículos
                Como pisar una mierda con los zapatos que acabas de estrenar
                Como el preludio de un réquiem en el que el difunto eres tú

Los martes son una soberana idiotez,
                Como esos discursos autocomplacientes de políticos acabados
                Como la presunción de inocencia cuando te pillan con las manos en la masa
    Como investigar las consecuencias de la halitosis de un microbio en el efecto invernadero

        Los miércoles son tan tremendamente aburridos
                Como coleccionar estampillas con el matasellos de Timor Oriental
     Como asistir a una clase magistral sobre la filosofía de los primeros pensadores milesios
   Como hacer ejercicio en una bicicleta estática delante de un póster de Hawái, mientras escuchas un concierto de música experimental en la FM

       Los jueves se inventaron para soñar
                Con plantar una bandera pirata en la cima de la montaña más alta
                Con tus hijos y sus propias ilusiones, hipotecadas por un futuro incierto
                Con la paz, con la justicia, con la igualdad

Los viernes son verdes y se visten de esperanza,
                Como el último día de los treinta años de reclusión de un preso
    Como cuando prendes la mecha que dinamitará todos tus fracasos
                Como la aproximación de la balsa de salvamento si eres un náufrago

Los sábados pueden resultar reconfortantes
                Como un oasis paradisíaco en medio de un interminable desierto
                Como elevarte sobre las nubes a bordo de un globo aerostático
                Como contemplar sus ojos entretanto sueña despierta, sonríe alegre y te mira

Los domingos son indudablemente apoteósicos
                Como resolver una ecuación de quinto grado sin calculadora
                Como saltar la banca de su corazón con el detalle más insignificante
                Como un orgasmo, como un nacimiento, como la muerte

Hasta que la avispa vuelve a revolotear, alguien saca de nuevo a pasear al perro y otra vez empiezas a desprender olor a cadáver…


martes, 17 de diciembre de 2013

El final de un sueño





Soñaba que podía volar. La inconsciencia le ayudaba a olvidar la terrible condición del paria en que se había convertido por mor de una sociedad cada vez menos humana, más insensible. Le salió caro conservar la dignidad cuando golpeó al encargado de la fábrica después de ser insultado repetida e injustamente ante sus compañeros. Aquel sujeto solo perdió una maldita muela, él su trabajo. Y aunque no estaba dispuesto a desperdiciar el futuro, la violenta realidad pisoteó todas sus esperanzas. Soñaba que podía volar, y si bien al principio fue bello, acabó planeando sobre el interminable cementerio del optimismo.



lunes, 16 de diciembre de 2013

Negra Navidad




Desde mi ventana observo cómo nieva en el centro de la ciudad, cómo se cubren de copos las aceras. Provenientes de unos grandes almacenes, fluyen hasta mis tímpanos esas pastosas y cansinas melodías americanas.

Es de noche y tengo frío.

Distingo el continuo transitar de personas cargadas con regalos bien ocultos en paquetes y bolsas. Las luces decorativas se proyectan en los coches que desfilan sobre el húmedo asfalto y con su parpadeo iluminan intermitentemente mi oscura habitación.

Es de noche y siento hambre.

Sin proponérmelo, me asalta el nítido recuerdo de las Nochebuenas de mi niñez. Aquellas copiosas cenas junto a la familia, que rematábamos interpretando villancicos de letras fáciles aunque absurdas, mientras aporreábamos unas resignadas panderetas.

Es de noche y me encuentro solo.

Desde que te fuiste, ya no existe nada que merezca celebrar. Ni siquiera que esta mañana en el hospital me hayan asegurado que el tumor es benigno. De buena gana hubiera golpeado al médico que me informó, sonriendo, que se aplazará nuestro reencuentro.

Es de noche y estoy llorando.


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Naboman en la Luna




El agente estacionó su berlina en la acera de enfrente. Interpretó como buen augurio ver ondear una pequeña bandera nacional en la fachada de la casa. Cuando Dolores salió con sus tres mocosos y arrancó el todoterreno con dirección al colegio y a su trabajo, Mark se apeó y se dirigió a la vivienda. Un hombre entre treinta y cuarenta años abrió la puerta.

-Buenos días.

-Buenos días. ¿Qué se le ofrece, caballero?

-¿Es usted Reinaldo Fuentes?

-Efectivamente, diga usted.

-Me presentaré: mi nombre es Marcus Calloway, delegado para asuntos espaciales de la Central de Inteligencia. Encantado de conocerle –dijo, extendiendo su mano hacia la de su interlocutor y estrechándola.

-¿De la CIA?

-Correcto. Delegado para asuntos espaciales.

-¿Espaciales? –preguntó Reinaldo mientras con un ademán ofrecía al visitante que entrase en su casa.

-Sí, señor. De hecho vengo en nombre de la NASA.

-No comprendo. Tome asiento, por favor.

-La NASA tiene un proyecto que por el momento no puede hacerse público y ha pensado en solicitar su colaboración.

-¿No se estarán confundiendo? Debe tratarse de un error.

-De ninguna de las maneras. Le explicaré, aunque antes he de advertirle que todo lo que hablemos aquí y ahora es absolutamente confidencial. La información que le proporcione no deberá difundirla bajo ningún concepto hasta que, en su caso, se le autorice.

-Descuide, no contaré nada a nadie, puede estar tranquilo. Prosiga, se lo ruego.

-La NASA, interesada en estudiar las posibilidades de colonización de nuestro satélite, desea en 2015 plantar nabos en la luna. Usted ostenta el récord Guiness por el cultivo documentado del nabo más enorme de la historia. Necesitamos que forme parte de la expedición y aplique sus técnicas agrarias.

-¡Están ustedes locos de remate!

-¿Disculpe?

-No pienso formar parte de ninguna expedición espacial y acabo de decidir que tampoco compartiré con ustedes el secreto de mis técnicas. Pero… ¿Cómo se les ocurre semejante estupidez? ¿No piensan que con el extraordinario coste de ese proyecto podrían aliviar el sufrimiento de muchos seres humanos aquí, en la Tierra?

-Señor Fuentes, comprenda que solo soy el portavoz de la NASA y que el proyecto se llevará a cabo, salvo imprevistos, con o sin su participación. Deseo que sea consciente de que autoridades muy importantes, cuyos nombres no estoy autorizado a desvelar, estarían entusiasmadas con su cooperación. Por otro lado, sus emolumentos alcanzarán las seis cifras, factor para nada desdeñable. Tenemos también a varios especialistas escribiendo ya su autobiografía, que estamos convencidos será el best-seller de 2016 y será traducida y distribuida en todo el mundo; de los derechos le cederemos un ochenta por ciento. Como posible título, ya se barajan algunos: “El adorador de nabos”, “Nabogando por el espacio” o “Naboman en la luna”. Por supuesto, también están las conferencias. Si acepta, ni su mujer ni usted tendrían que trabajar durante el resto de sus vidas, llevarían una vida lujosa y sus hijos podrían acceder a las más prestigiosas escuelas y universidades.

-Me acaba de convencer de que son todos ustedes unos completos tarados. Explique a esas misteriosas autoridades que solo les ayudaré si regresan a mis padres de la tumba. Desplegaron sus leyes hace años para expulsarlos de aquí por carecer de papeles, obligándoles a volver a su país donde murieron casi en la indigencia. Puede empezar a ahorrar saliva, agente, y poner en práctica un plan B ahora mismo. Si quiere, le presento a mi amigo Norman Saliewski, también figura en el libro Guiness como el propietario de la gallina que pone los huevos más grandes del Universo. Si le convence y lo llevan con ustedes, en la luna podrían merendarse unas buenas tortillas de nabo. Esta conversación ha terminado. Buenos días, caballero.


Enlaces de acceso a la noticia:


martes, 10 de diciembre de 2013

Los amos del mundo



Es sorprendente que casi nadie se pregunte
por qué los amos del mundo no creen en Dios.
Alguien dirá y qué sabes tú, cernícalo.
Yo, como la mayoría, no conozco a esa gente
y no pienses que me arrepiento,
si bien no es necesario ser demasiado perspicaz
para comprender que solo creen en sí mismos
y en la riqueza que les proporciona su poder.
Aunque financien iglesias y sectas,
aunque promuevan fes y religiones
con sus severas leyes y su podrido dinero.
Nos necesitan dóciles, creyentes y piadosos,
pobres, ignorantes y cobardes.
Sus portavoces te prometen la gloria
solo si mueres miserablemente sometido,
humillado, ofendido, derrotado,
aunque satisfecho de sentirte un mártir.
No pequéis, exigen, no robéis
pero si robáis hacedlo entre vosotros,
ya os indicaremos cómo, a quién y cuánto.
No pequéis, ordenan, no matéis
pero si matáis que sea entre vosotros,
ya decretaremos dónde, a quién y cuándo.
Es curioso que casi nadie repare
en que los amos del mundo, esos canallas,
son los únicos y verdaderos dioses.
Hasta un puñetero cernícalo se daría cuenta.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Ojalá los sueños




Se durmió soñando que él también podía volar, que era un marabú más surcando el luminoso cielo que cubría su comarca. Imaginó que desde la altura divisaba su poblado, las cimas de montañas sagradas y una nutrida manada de ñus desplazándose hacia el sur. Observó a los niños jugando alegremente en las riberas y a un grupo de cazadores adentrándose en la espesura del bosque. Creyó distinguir a sus padres, que lloraban angustiados a la entrada de la choza. Y cuando se disponía a acercarse para confortarlos, un golpe de mar primero y un latigazo después desvanecieron cualquier ilusión.




jueves, 21 de noviembre de 2013

Stand-by




Paco está bien, pero que bien jodido. Apuesto a que este año no se come los turrones. Mucho coñac y demasiado tabaco ha tragado ese esmirriado cuerpo, con el que no comprendo cómo llegó a ser bombero. Y Olvido, la futura viuda, menuda broma le gastaron sus padres eligiendo semejante nombre. El maldito alemán ha devorado sus neuronas en una contrarreloj; hace solo dos meses era la reina de los chismes y mírala ahora. Todo son calamidades en este submundo del stand-by. Los que salen con los pies por delante proporcionan hueco a nuevos okupas en la estación por la que solo pasa un tren canalla, al que nadie quiere subir. Bueno, nadie menos Gregorio, que nos taladra sin piedad con su empeño en mudarse al otro barrio. Aunque ya lo dicen: mala hierba, nunca muere. Ojalá aguante, el muy pelma, porque aquí en la residencia cada vez hay menos personal que juegue decentemente al dominó.


viernes, 15 de noviembre de 2013

Malditos haikus ñoños




Malditos haikus.
Diecisiete sílabas
desperdiciadas.

Olvida el océano,
los juncos, el invierno.
Déjalos en paz.

Intrascendente
evocar la belleza
de cosas simples.

Tanto por decir
y cantas a los cisnes.
Corta el rollo.

Rememoremos
miserias cotidianas
que nos asfixian.

Testimoniemos
tiranías y abusos.
No más silencio.

Abre los ojos.
Aparca tu ternura,
narra la vida.


viernes, 1 de noviembre de 2013

Uno de Noviembre



Cada año, siempre un poco más viejos, vuelven con flores frescas. Parece mentira que no me conozcan. ¡Nunca he soportado las flores! Se plantan delante de mi lápida, sacan de una bolsa los trastos de la limpieza y dan el lustre que pueden al mármol que cubre mis despojos. Luego arreglan las dichosas flores y recitan un padrenuestro, un avemaría o cualquier cosa que se les ocurre, cuando a mí lo que me gustaría es que me obsequiaran con un tema de Sinatra y un poema de Benedetti. No es que deteste que vengan, no me malinterpreten, pero además de lo dicho me incomoda que se sientan obligados, siempre en la misma fecha, con el camposanto convertido en un festival de colores y fragancias, en una avenida colapsada por constantes desfiles de viudas y huérfanos. Porque después, hasta el año que viene y si te he visto no me acuerdo. ¿Por qué no se acercan en los peores días del más gélido invierno, cuando aquí estamos más solos que la una? ¿Por qué no nos visitan un sofocante día de verano, en lugar de irse a la playa?

Yo pienso que todos los muertos deberíamos unirnos y enviar un mensaje a las familias: Olvidaos de nosotros de una vez por todas, vivid vuestras gratificantes o desgraciadas vidas, vividlas, por el amor de Dios. Ni os necesitamos ni nos necesitáis. Y cuando preciséis de recuerdos, cuando no podáis driblar a la memoria, contemplad nuestras fotos, volved a escuchar nuestros discos, releed nuestros libros preferidos, reuniros con aquellos amigos que nos sobrevivieron y organizad una fiesta. Rememorad el tiempo que no volverá, pero sobre cualquier otra cosa, sobre todas las cosas, celebrad que aún os queda un futuro y que, por corto o largo que éste sea, tenéis que existirlo y existirlo en paz, sin fantasmas en vuestras espaldas.


lunes, 21 de octubre de 2013

La carta



Mi queridísimo Jonasz:

Hermano mío del alma, sentí una alegría infinita al enterarme que después de esta trágica guerra sigues vivo. Si he de ser sincera, en la familia habíamos perdido la esperanza de volverte a ver. Y aunque ahora estés preso de los rusos, sabemos que el momento de nuestro reencuentro se acerca. Cada minuto rezamos para que vuestros carceleros os traten bien, os mantengan sanos y, sobre cualquier cosa, que os liberen pronto.

Varios meses después de que abandonases Varsovia para incorporarte al ejército clandestino polaco conseguimos huir al norte, no sin padecer grandes calamidades. Los Pawlak, unos amigos del tío Janek, nos acogieron y ocultaron en su granja durante dos interminables años.

Hemos trabado amistad con unos ancianos a los que les han dicho que su hijo reside en el mismo campo que tú, su nombre es Milek Kowalski. Si lo conoces, pídele que les escriba o busque a alguien que lo haga, su padre está muy enfermo y recibir noticias suyas mitigaría el gran sufrimiento al que está sometido.

Te envío una foto que me hicieron la pasada primavera cerca de la granja Pawlak.

Recibe un amoroso abrazo de tu hermana


Rasia


miércoles, 2 de octubre de 2013

Confusión





Confundido, se enredó en la telaraña de los celos y acariciando el afilado acero de la soledad, se desangró de tristeza.


domingo, 29 de septiembre de 2013

La baraja




Cuando me disponía a barajar las posibilidades, advertí que faltaban el Rey de la Suerte y el As del Amor. En ese momento comprendí  que a partir de entonces mi vida ya nunca sería lo mismo.


martes, 17 de septiembre de 2013

Los pasos lentos




Siento cómo poco a poco se van desvaneciendo mis recuerdos. Percibo claramente los pasos lentos de mi mente sobre la angustiosa senda del olvido, al final de la cual me espera con los brazos abiertos la nada absoluta. Ayer decidí no tomar más pastillas, no permitir que la maldita química impida a la naturaleza resolver mi destino. Porque he entendido que a veces ignorar lo vivido puede ayudarnos a morir en paz.


jueves, 12 de septiembre de 2013

Rumbo al paraíso




Inexorable, el convoy avanza hacia el incierto destino que me aguarda en una estación. Mi ritmo cardíaco está sincronizado con su marcha: si la máquina acelera, las pulsaciones se desbocan; cuando los vagones se detienen, el miocardio se relaja. Aunque intento abstraerme observando el paisaje y escrutando a los pasajeros, únicamente consigo evocar de nuevo su dulce rostro. Si no está esperando, habré perdido otra partida. Me sentiré arruinado, necesitaré volver a lanzar los dados del amor y no sé qué haré con estas flores. Pero si ella se encuentra allí, si me sonríe desde el andén, entonces habré alcanzado el paraíso.



lunes, 9 de septiembre de 2013

Parece sencillo




Parece sencillo: un hombre y una mujer; se conocen, se enamoran y se aman. Pero nadie repara en la necesaria reacción química que debe desencadenarse durante el proceso.

Parece sencillo, pero a veces, en alguna indeterminable fase de dicho proceso, la química falla y el sentimiento salta por los aires hecho añicos. He ahí la explicación del origen de las lágrimas.


sábado, 24 de agosto de 2013

Tentar a la suerte





A veces no conviene tentar a la suerte. Por eso, cuando suena el despertador a las 6:30 todas las mañanas, no lo agarras y lo estampas contra la pared. Por eso, decides afeitarte cada tres o cuatro días, cuando en realidad te dejarías crecer la barba hasta el suelo. Seguro que es también por eso que sueles tomar los metros de las 7:20 y las 15:15 y te obligas a convivir durante una hora con todos esos zombis, insensibles al sonido gracias a sus auriculares y ensimismados ante un artilugio que aunque se llama teléfono solo sirve para cualquier cosa menos para conversar. Como no te gustan los riesgos, te pasas siete largas horas delante de la pantalla de una computadora en la que, desde decenas de direcciones, te llueven las órdenes que antes impartía una persona de carne y hueso denominada jefe, un tipo que era o autoritario o incompetente o las dos cosas al mismo tiempo. Por prudencia, no envías a la mierda a un compañero (por llamarlo algo) que intenta endosarte, con mejor o peor resultado, parte de su faena. Y como, en definitiva, eres un gallina, no mandas todo y a todos al carajo, pegas un portazo y te largas para dedicarte a lo que en verdad te gusta, que es ni más ni menos que escribir. Todo ello porque a veces, pero casi siempre, no conviene tentar a la suerte.


viernes, 5 de julio de 2013

Se vende




El paseante que lucía un cartel de SE VENDE colgando de su cuello fue detenido por la policía en la Plaza del Pueblo. Tras comprobar que carecía de los permisos reglamentarios para ejercer el comercio ambulante le multaron y dejaron libre, pero con cargos.


miércoles, 3 de julio de 2013

El dudoso arte del tormento




El dolor retuerce mis entrañas en este lecho de arena mientras vomito oscuros borbotones de sangre y la muerte, cercana, me acecha. Son unos perturbados. Arrancado de mi familia, me condujeron al macabro escenario donde ahora me mortifican con sus brillantes armas. Ni los agrios quejidos ni la mirada suplicante han infundido un ápice de compasión en tan hábiles y despiadados verdugos. Incapaz de resistir un nuevo martirio, he caído finalmente de rodillas expresando una rendición  inequívoca. Aún así, entre los bárbaros hay quien con aspecto todavía más desequilibrado y detrás de un humeante habano, clama desde el tendido: “¡Descabello!”


lunes, 1 de julio de 2013

¡Con dos colchones!




Colchones Cabezón. Ése era el nombre de la importante fábrica de don Félix Cabezón, un hombre muy rico que tenía una gran y bonita casa, un lujoso coche, una mujer despampanante y un perrito con noble pedigrí. Además, el empresario se relacionaba con muchos clientes y proveedores, otros fabricantes y algunos políticos, con los que a menudo se reunía para comer o cenar en restaurantes de alto standing donde servían mucho marisco y vinos de leyenda. Allí contaban muchos chistes de bajo standing y se criticaba a otros clientes y proveedores, a otros fabricantes y a otros políticos, aunque a veces también se sellaba algún negocio, bueno para todas las partes. Pero el señor Cabezón, pobrecito, aunque conocía a mucha gente con la que comía, bebía, bromeaba, refería chascarrillos e incluso hacía negocietes, no tenía ni un solo amigo.

Tal vez por ello, quién sabe, el colchonero se dedicó a espiar a sus empleados cuando éstos coincidían en las pausas del almuerzo y la comida. Todo comenzó cuando, un buen día, se le ocurrió observarles a través del ventanal de su despacho situado en el primer piso. Nunca ocultaban su jovialidad en el comedor de la empresa mientras parecían relatar anécdotas familiares y proyectar humildes planes para su tiempo libre, tiempo que Félix solía emplear en acompañar a su esposa Piluca de boutiques o al cirujano plástico, pasear a Chochín, limpiar la piscina o pasar el cortacésped por el jardín. Tanta atracción afloró en el patrón por las vidas de sus asalariados, que instaló micrófonos ocultos en el refectorio para tener completo acceso a sus comentarios y poder conocerles mejor. Tras algunas semanas vigilando al personal, Félix comprendió que aquellos seres, que no tenían ni grandes ni bonitas casas, ni lujosos coches, ni mujeres, maridos o perritos de diseño, que por su culpa ni siquiera disponían de unos sueldos medianamente decentes, eran sin embargo medianamente felices. Y que su mediana felicidad no dependía de la mediana o pequeña cantidad de dinero que pudiesen atesorar o gastar, sino de la sencilla actitud de acomodarse a sus particulares y miserables insuficiencias, valorando lo necesario y eludiendo lo superfluo, todo ello sobre una sólida base viscoelástica de amor y amistad.

Cabezón empezó a admirar con envidia a sus trabajadores porque, poseyendo muchísimo menos que él, demostraban más alegría y deseos de vivir. Para asombro de la plantilla, determinó pasear con frecuencia por la fábrica, preguntando a Paco si su hijo ya se había recuperado de la neumonía, consultando a Asunción cómo le iba a su madre en la residencia, aconsejando a Federico que cambiase de mecánico, etcétera, etcétera. Una tarde les reunió para anunciarles que, como las cosas marchaban bien, iba a abonarles una paga extra a final de mes. Poco tiempo después, Félix bajaba a comer diariamente con sus subordinados. La tensión y suspicacia mostradas al principio por todos ellos fue remitiendo a medida que se acostumbraron a su amable compañía y a los chistes malos, de bajo standing, que contaba. Aunque era el dueño de la fábrica y a pesar de las distancias económicas y sociales existentes, Félix se acabó integrando muy bien en aquel grupo.

No era raro que las sobremesas se extendieran a petición del propio jefe. En ellas se discutían formas de modificar tal o cual proceso, en aras a dulcificar algunas fatigosas tareas sin pérdidas de efectividad. Nadie sabe si ese acercamiento del colchonero al personal y los cambios introducidos en la actividad manufacturera fueron el detonante, pero el hecho es que la productividad aumentó significativamente los meses siguientes. En agradecimiento, el jefe les premió con una semana adicional de vacaciones.


Durante el verano Cabezón meditó, meditó y meditó. Al final, tomó la decisión de ser feliz, como sus operarios. Pero para igualarse a ellos debía desprenderse de muchas cosas y la primera de ellas era la fábrica. A Félix ya en varias ocasiones le habían intentado comprar la industria. Contactó con el último ofertante y convino un precio justo para la transacción, incorporando una condición por la cual el nuevo propietario no podría despedir a ninguno de los trabajadores a menos que abonase una altísima indemnización. Y antes de que se formalizara el traspaso de la sociedad, se dio de alta como empleado. Los flecos del dinero, la casa, el coche y Chochín, elementos que en su nuevo estatus también sobraban, se resolvieron fácilmente mediante un divorcio exprés, un trato en el que Piluca quedó más que bien parada, al apropiarse de todo. 

Don Félix Cabezón es ahora arrendatario de un pequeño apartamento en el extrarradio, tiene un coche de segunda mano que se cala cada dos por tres, ronda a Paquita la telefonista y disfruta con los trinos de su canario Gorki. En los ratos de ocio le gusta leer, pasear en bicicleta, está aprendiendo a tocar la guitarra y alterna con sus compañeros y amigos de la fábrica, con los que a veces sale de excursión y que le llaman cariñosamente “Cabezota”.


domingo, 23 de junio de 2013

Zapatones




Un descomunal armario humano de treinta y cinco años encierra el cerebro de un niño de ocho. Se llama Antonio, Toni para la familia, Zapatones para el resto de su reducido universo, esto es, para los demás vecinos del pueblo.

Muchos de quienes le conocen dicen que Zapatones es víctima de las lesiones cerebrales que sufrió durante su nacimiento. Algunos aseguran que ese día Don Ricardo llevaba una copa de más y no anduvo fino con los fórceps. Sin embargo, Tomás y Maruja, los padres, ni acusan ni guardan rencor a nadie. Aman demasiado a Toni como para reprochar nada y sostienen que es una bendición tener un niño grande, todos anhelan hijos que no crezcan y ellos, aunque a medias y sin buscarlo, lo han conseguido.

A Zapatones lo que más le gusta es que su madre le peine y repeine entre caricias cada mañana después de desayunar. Luego marcha al campo con su padre, al que echa una mano bien arando, sembrando, desbrozando...

En el pueblo no tiene amigos. Prácticamente todos aquellos compañeros de juegos de la infancia se casaron, y los que no emigraron andan demasiado ocupados como para prestarle cinco minutos de atención cuando se lo cruzan.

Toni se entretiene dibujando y pintando, enseñando silbidos a su periquito Pancho y escuchando música en la radio que les regaló un hermano de su madre que vive lejos, en la capital. Los fines de semana juega al parchís con su tío Andrés, el viejo carpintero célibe que siempre se deja perder y que no canjea por nada el alegre semblante de su sobrino tras cada victoria.

Una mañana de julio, cuando Zapatones ya se emociona pensando en las fiestas que empiezan la semana siguiente, llega un camión al pueblo con unos tipos armados que dicen que son militares, que ha estallado la guerra y que necesitan soldados para defender a la patria de los traidores. Entran en las casas y sacan a culatazos a todos los varones entre veinte y cuarenta años, obligándolos a subir al camión. Maruja llora, suplica. “No es un hombre, es un niño”, grita. “No se preocupe, señora, que nosotros enseñaremos al grandullón de su hijo a ser un hombre, a matar ratas y a servir a España”.

Lo cierto es que Zapatones ya nunca volverá. A lo único que le enseñará esa podrida guerra es a morir en una trinchera, sin saber nunca por qué.